Enfrentamiento con Salinas Pliego pone a prueba el poder de Sheinbaum | Reuters 
Meses de tensión creciente entre ambos personajes de la vida pública mexicana desembocaron en una batalla en toda regla en las últimas semanas.
- Redacción AN / ARF

Ricardo Salinas Pliego, una de las personas más ricas de México, dirige un imperio que se extiende desde la banca hasta los medios de comunicación y se presenta como un cruzado anticorrupción.
Para la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, Salinas es algo completamente diferente: un evasor fiscal y un agitador de derecha cuyas empresas le deben al Gobierno unos 4,000 millones de dólares.
La disputa entre estos dos titanes de la vida pública mexicana ha estallado en una pelea legal y política de alto riesgo: un fallo de la Suprema Corte, una cobertura de prensa implacable y una prueba de fuego de la capacidad de Sheinbaum para enfrentarse a la élite de México.
Para Sheinbaum, confrontar a Salinas podría ser contraproducente, ya que el multimillonario canaliza la indignación pública hacia problemas que van desde la violencia hasta la corrupción. Sus partidarios alaban cada vez más su talante presidencial y muchos en México lo describen como una mezcla del presidente estadounidense, Donald Trump, y el líder argentino, Javier Milei.
El enfrentamiento también ha tocado una fibra sensible en la comunidad empresarial, cuya incómoda alianza con la presidenta izquierdista está mostrando signos de desgaste en medio de una agresiva ofensiva fiscal y el descontento por una reforma judicial que reemplazó a los jueces designados por jueces electos.
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“Salinas Pliego es un villano extraordinario. Es el ejemplo perfecto de cómo los ricos con conexiones importantes evaden impuestos”, dijo Carlos Bravo Regidor, analista político en Ciudad de México. “Pero a veces los villanos nos sorprenden y salen victoriosos”.
Salinas no respondió a una solicitud de entrevista para este artículo de la agencia de noticias Reuters. Reconoció tener una deuda de impuestos atrasados, pero niega la cantidad.
El ‘Tío Richi’
La adopción por parte de Salinas del apodo paternalista “Tio Richi” contradice su larga reputación de hombre de negocios agresivo con antecedentes de casos legales en todo el mundo.
Comenzó como director general de la empresa familiar, una tienda de electrodomésticos, y en 1993 impulsó su imperio gracias a un préstamo del hermano del entonces presidente de México, que le permitió comprar una cadena de televisión estatal. Salinas transformó la estación en TV Azteca, actualmente la segunda cadena más importante de México.
Forjó vínculos estrechos con sucesivos presidentes y su conglomerado Grupo Salinas consiguió cientos de contratos federales para todo, desde seguros hasta ciberseguridad.
Pero, a medida que se intensifica la disputa fiscal del magnate con el Gobierno, Sheinbaum ha ordenado la revisión de algunos de esos contratos y ha sugerido su posible cancelación. El patrimonio personal de Salinas ha disminuido: de 13,400 millones de dólares en 2024 a 4,900 millones de dólares en la actualidad, según Forbes.
Meses de tensión creciente desembocaron en una batalla en toda regla en las últimas semanas.
El 11 de noviembre, las autoridades clausuraron dos casinos de Salinas como parte de una investigación sobre lavado de dinero. El Grupo Salinas negó haber actuado mal y acusó al Gobierno de acoso.
Dos días después, la recién renovada Suprema Corte de México, compuesta por nueve jueces electos cercanos al partido gobernante Morena, confirmó por unanimidad las reclamaciones fiscales contra el conglomerado de Salinas por un valor de 2,500 millones de dólares. El fallo, que se refiere a las facturas de impuestos de 2008 a 2013, no puede ser apelado, pero Salinas podría negociar un acuerdo con la agencia tributaria.
Salinas ha acusado a las autoridades mexicanas de “extorsión” y dijo que está dispuesto a pagar al Gobierno 400 millones de dólares para resolver el caso fiscal, una cantidad que, según él, su conglomerado adeuda legítimamente. Sheinbaum ha rechazado la oferta y ha insistido en que pague la deuda fiscal total de su empresa, que, según ella, asciende a 4,000 millones de dólares.
La batalla con Salinas es parte de una ofensiva fiscal más amplia que Sheinbaum está implementando mientras busca ingresos para financiar una lista cada vez mayor de programas sociales para los ciudadanos más pobres del país, el núcleo de su apoyo político.
Las autoridades también están buscando 16,000 millones de dólares de Samsung Electronics, alegando mal uso de incentivos a la exportación y reglas de doble tributación entre 2014 y 2016. Samsung ha enfatizado su compromiso con las leyes mexicanas y ha buscado negociar un acuerdo sobre la disputa fiscal.
El mes pasado, la Cámara de Comercio de Estados Unidos acusó a la autoridad fiscal de México de “prácticas agresivas e inconsistentes de aplicación de impuestos”, mientras que una asociación de directores ejecutivos estadounidenses la acusó de “auditorías y evaluaciones fiscales irrazonables”.
El predecesor de Sheinbaum, Andrés Manuel López Obrador, empleó una estrategia similar, obligando a grandes empresas a resolver miles de millones de dólares en disputas fiscales. Sin embargo, gran parte de los recursos más fáciles se han perdido y Sheinbaum enfrenta mayor resistencia, según analistas.
¿Ambiciones presidenciales?
El fallo rapidísimo de la Suprema Corte contra Salinas —tomado poco más de dos meses después de que los jueces asumieran sus cargos— puede haber dado crédito a las acusaciones de un sistema judicial parcial, dijo Emiliano Polo, analista político radicado en Ciudad de México y académico del Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad Rice.
“La percepción que está creando el nuevo tribunal es que resolverá todos los casos a favor del Gobierno”, dijo Polo. “Y, por supuesto, Salinas está sacando provecho de eso”.
Pocos días después de la decisión, Salinas apoyó desde su cuenta en X a los manifestantes que inundaron las calles de varias ciudades de México en contra del Gobierno de Sheinbaum, en la que se produjeron enfrentamientos frente al palacio presidencial, donde vive y despacha la presidenta.
“Sufrimos de un Estado dócil con los delincuentes y feroz contra sus críticos”, escribió Salinas en X.
Trump intervino, diciendo a periodistas que había visto imágenes de las protestas y parecía que “hay grandes problemas en México”.
La administración de Sheinbaum acusa a Salinas de ayudar a financiar los disturbios, señalando una campaña en redes sociales que, según dice, costó casi cinco millones de dólares.
Salinas, quien negó haber financiado las protestas, ha provocado gustosamente a Sheinbaum y a sus partidarios.
“Pienso que es el momento de entrar en una nueva etapa, otro reto y, por qué no, de deshacerse de esos zurdos de mierda y mandarlos a chingar a su madre“, declaró en su fiesta de cumpleaños número 70 en octubre, en un discurso ante más de 15,000 invitados en un estadio cubierto.
La multitud vitoreó y gritó: “¡Presidente! ¡Presidente!”
(Reporte de Emily Green; Editado por Rosalba O’Brien, Stephen Eisenhammer y Adriana Barrera)
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