Trump impulsa el regreso de la política de las grandes potencias, según especialista
Pedro Francisco Ramos Josa, doctor en paz y seguridad internacional por el Instituto General Gutiérrez Mellado, aseguró en 'Aristegui en Vivo' que la política exterior del presidente estadounidense Donald Trump responde a una lógica de competencia entre grandes potencias, orientada a reforzar el poder naval estadounidense, reordenar las prioridades geopolíticas de Washington y recentrar su influencia en América.
- Redacción AN / MDS

Las recientes declaraciones y movimientos de Donald Trump en materia de política exterior responden, según el académico español Pedro Francisco Ramos Josa, a una visión histórica y estratégica muy concreta.
Durante una entrevista con Aristegui en Vivo, el doctor en paz y seguridad internacional por el Instituto General Gutiérrez Mellado señaló que el expresidente estadounidense parece inspirarse de forma constante en Theodore Roosevelt, figura clave del inicio del siglo XX.
Ramos Josa explicó que Roosevelt no solo fue un presidente republicano que recibió el Nobel de la Paz, sino que impulsó una demostración global del poder naval estadounidense a través de la llamada “gran flota blanca”, con la que buscó modificar la imagen internacional de un país que hasta entonces evitaba involucrarse en los asuntos globales.
A su juicio, Trump comparte esa aspiración de trascendencia histórica y de proyección de fuerza, al tiempo que subrayó que la modernización de la flota estadounidense sirve para enviar un mensaje claro tanto a aliados como, sobre todo, a rivales estratégicos como China.
En ese sentido, el académico indicó que Washington busca dejar claro que, aunque pueda haber renunciado a su papel como garante del orden internacional liberal, no tiene intención de retirarse del escenario global ni de abandonar la defensa de sus intereses nacionales.
El “corolario Trump” y la relectura de la doctrina Monroe
Respecto a la llamada redefinición de la doctrina Monroe, a la que Trump ha hecho referencia como “corolario Trump”, Ramos Josa sostuvo que se trata de una intensificación de una política ya presente desde su primer mandato, centrada en la seguridad nacional y en la lucha contra el narcotráfico. Esta orientación, explicó, supone “una nueva vuelta de tuerca a esa doctrina Monroe”, al justificar posibles acciones contra países percibidos como amenazas directas.
El especialista estableció un paralelismo histórico con Roosevelt y su política del “gran garrote”, aplicada a comienzos del siglo XX para evitar la injerencia europea en América. En el caso actual, señaló que el objetivo sería “devolver el foco de Estados Unidos a lo que ellos consideran su patio trasero, que es el resto de América”, reduciendo la implicación en Europa y Oriente Medio para fortalecer su posición frente al ascenso de potencias como China.
En cuanto a su intención de apropiarse de Groenlandia, Ramos Josa descartó que el interés de Trump sea únicamente retórico. Desde una perspectiva geopolítica, destacó la relevancia de los nuevos pasos marítimos que se están abriendo en el Ártico y el papel predominante de Rusia en esa región, especialmente por su capacidad para operar buques nucleares.
Según explicó, se trata de “una jugada a futuro” vinculada a la competencia entre grandes potencias, que, a su entender, marcará las relaciones internacionales en el corto y medio plazo.
Venezuela y la dimensión interna de la política exterior
Por otra parte, el despliegue estadounidense en el Caribe y las acciones contra buques petroleros procedentes de Venezuela, así como los anuncios relacionados con ese país y con Colombia, deben entenderse, de acuerdo con el académico, como parte de una estrategia integral.
Para la Administración Trump, afirmó, no existe una separación clara entre política interna y externa. La lucha contra las adicciones y la crisis de los opiáceos en Estados Unidos estaría directamente conectada con el control de su entorno regional.
Ramos Josa subrayó que, aunque Venezuela sea principalmente una zona de tránsito de cocaína y no de fentanilo, el mensaje político es contundente: “No vamos a permitir que Estados Unidos caiga por culpa de narco regímenes como el venezolano”. Añadió que Caracas ha sido durante décadas uno de los principales opositores a la hegemonía estadounidense en el continente y un sostén clave del régimen cubano, lo que refuerza su importancia estratégica.
El analista no descartó, además, la existencia de entendimientos tácitos entre grandes potencias. Planteó la posibilidad de que Estados Unidos tolere un mayor margen de maniobra ruso en Ucrania a cambio de libertad de acción en Venezuela, en un contexto internacional caracterizado por la ruptura del sistema liberal. A su juicio, el mundo se dirige hacia “un mundo de múltiples hegemonías”, lo que complica la supervivencia de regímenes cuyos principales aliados se encuentran fuera de su región.
Naciones Unidas y el retroceso del multilateralismo
Sobre el papel de Naciones Unidas, Ramos Josa fue enfático al señalar que el multilateralismo queda relegado. La ONU, explicó, solo puede desempeñar un rol relevante cuando existe consenso entre las grandes potencias. Recordó que durante la Guerra Fría el veto en el Consejo de Seguridad ya limitaba su actuación y que hoy esa dinámica se ha intensificado con el mayor peso de China.
En conflictos donde las grandes potencias están directamente implicadas, como Israel y Palestina, consideró que la organización quedará reducida “a una mera comparsa”, incapaz de imponer decisiones. Esta situación, sostuvo, no es accidental, sino consecuencia del diseño mismo de la ONU, que reconoce las diferencias de poder entre los Estados y otorga un estatus privilegiado a cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, una estructura que no ha sido reformada desde 1945.
El académico también se refirió a la relación de Trump con Europa, y situó al mandatario dentro de una corriente histórica de la política estadounidense crítica con el proyecto comunitario. Según explicó, Trump siempre ha mostrado rechazo a la cesión de soberanía nacional en favor de estructuras supranacionales y ha sostenido que la Unión Europea se creó para debilitar a Estados Unidos.
Sin embargo, consideró que Europa arrastra problemas propios, como la falta de liderazgo y de iniciativa común en las últimas décadas. En ese contexto, las críticas de Trump podrían acelerar un aumento del gasto en defensa y obligar al continente a asumir mayor responsabilidad sobre su propio futuro. A su juicio, la etapa de una estrecha alianza transatlántica está llegando a su fin y los países europeos deberán “aprender a andar solos” y a competir en un escenario internacional cada vez más complejo tras el colapso del orden liberal.

