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Carlos Emilio desapareció en pleno bullicio, en bar de exsecretario, y no hay avances

El bar pertenece al exsecretario de Economía y Turismo de Sinaloa, quien renunció tras la desaparición; sin embargo, el lugar no fue asegurado y permaneció abierto sin preservar las evidencias.

  • Redacción AN / KC
23 Dec, 2025 13:35
Carlos Emilio desapareció en pleno bullicio, en bar de exsecretario, y no hay avances

Carlos Emilio Galván Valenzuela, un joven de 21 años, desapareció dentro de uno de los espacios más visibles de Mazatlán, no en una brecha, ni en un tramo carretero sin cámaras, ni en una zona periférica. Fue el 5 de octubre pasado, dentro de un baño de Terraza Valentinos, un bar en el corazón de la zona turística, rodeado de hoteles, restaurantes, vigilancia privada y un constante flujo de personas, mientras el lugar operaba con normalidad y decenas de clientes estaban presentes. El establecimiento pertenece al entonces secretario de Economía y Turismo de Sinaloa.

Según Brenda Valenzuela Gil, madre de Carlos Emilio, un gesto mínimo —levantarse, caminar unos metros y desaparecer— dio inicio de una cadena de omisiones, contradicciones y decisiones institucionales que, a más de dos meses de los hechos, no han dado respuesta a la pregunta central, ¿qué pasó con su hijo dentro de un lugar que debía ser seguro y visible?

Carlos había viajado desde Durango para un fin de semana familiar. Esa noche acudió al bar acompañado de dos primas. No hubo discusión, altercado ni consumo excesivo que justificara un abandono voluntario. “Él estaba tranquilo, feliz, y de repente dijo que iba al baño. No volvió. No encontramos lógica ni razón. No encaja en ninguna narrativa de riesgo previo ni en un contexto de vulnerabilidad individual”, relató Brenda en Aristegui en Vivo.

Era un joven recién egresado de la licenciatura en Gastronomía, con sueños de profesionalizarse en su área y explorar oportunidades laborales tanto en México como en el extranjero. Amante de la cocina y el deporte, tenía una vida social sana y mantenía vínculos fuertes con su familia. Brenda recuerda que Carlos Emilio nunca mostró señales de miedo, amenazas ni conflictos con terceros, y su desaparición fue un shock para la familia. “Era un hijo responsable, un hermano protector, un joven con planes y proyectos claros. No entiendo cómo pudo ocurrir algo así”, dijo.


Diez minutos después de que Carlos Emilio se levantó, una de sus primas decidió buscarlo. En el camino, un elemento de seguridad privada le bloqueó el paso y le dijo que en el baño “no había nadie”. No pidió apoyo a otros trabajadores ni activó ningún protocolo. “No entendemos por qué alguien impedía entrar a buscar. No tenía sentido”, comentó Brenda

Valenzuela Gil resaltó que no existía razón para impedir el paso a una cliente que buscaba a un familiar, ni para que el propio personal no revisara el área. Después, la Fiscalía de Sinaloa reconoció que Carlos Emilio ingresó al baño y permaneció ahí varios minutos, pero ese lapso no aparece completo en los videos entregados por el establecimiento. “No sabemos qué pasó durante ese tiempo ni con quién estuvo”, recalcó la madre.

La ausencia de registros en ese momento crítico hace que cada minuto sea una interrogante abierta, ¿fue retenido, acompañado, supervisado por alguien del personal?, cuestionó la madre.

Videos incompletos y minutos perdidos

Semanas después, el vicefiscal de la Zona Sur de Sinaloa, Isaac Aguayo Roacho, declaró públicamente que Carlos Emilio salió del bar “por su propio pie”, acompañado de dos hombres, por una puerta trasera. Esa versión desconcertó a la familia. “La puerta no es de acceso ni de salida para clientes. No tenía ningún motivo para irse por allí dejando a sus primas solas. Nos deja más preguntas que respuestas”, afirmó Brenda. Además, la identidad de los hombres que lo acompañaban nunca fue aclarada públicamente.

Según la mujer, los videos proporcionados por Terraza Valentinos presentaban cortes y un desfasamiento de varios minutos. El equipo central que concentra las grabaciones fue enviado a la Ciudad de México para análisis técnico, pero la familia aún no ha recibido resultados.

“No sabemos si los archivos fueron alterados o entregados de forma incompleta”. Esta falta de transparencia en la evidencia clave ha generado una sensación de estancamiento en la investigación en la familia. “Cada día que pasa sin avances nos quiebra un poco más. La autoridad tiene el deber de esclarecer, no de confundirnos”.

A pesar de que Carlos Emilio desapareció en sus instalaciones, Terraza Valentinos no fue asegurado como escena del hecho. No se preservaron los espacios, no se resguardaron accesos ni se realizó un cierre temporal para proteger posibles evidencias. Las actividades comerciales continuaron con normalidad, lo que, según Brenda, impidió un manejo adecuado de los indicios.

Las entrevistas al personal —meseros, seguridad privada, administrativos— comenzaron días después, pero según la familia, no han sido concluidas ni se han publicado resultados. La Fiscalía anunció cateos en distintos puntos, pero no se dio a conocer qué se buscó ni qué se encontró. “Cada diligencia parecía abrirse sin cerrarse”, mencionó la mujer.

A esto se sumó que las cámaras de videovigilancia de la ciudad no funcionaban la noche de los hechos, dejando sin registro los alrededores del bar, una de las zonas más transitadas de Mazatlán. “Eso nos impide seguir la ruta de mi hijo”.

El bar de un empresario, exfuncionario

El caso tiene una dimensión política tras confirmarse que el propietario del bar es Ricardo Velarde Cárdenas, quien al momento de la desaparición se desempeñaba como secretario de Economía y Turismo de Sinaloa, en el gobierno de Rubén Rocha Moya —marcado por la crisis de violencia y desaparición de personas agravada desde julio de 2024—.

Días después de la desaparición de Carlos Emilio presentó su renuncia, argumentando que lo hacía “para colaborar en la investigación”. Pero, para Brenda y su familia, la renuncia fue un movimiento administrativo sin consecuencias prácticas. “No ha sido tampoco un motivo para que él se haya llamado a declarar y aclare esa parte”, criticó Brenda.

Velarde Cárdenas es un empresario con múltiples negocios en la zona dorada de Mazatlán, y su nombramiento como secretario había generado críticas por posibles conflictos de interés.

Tras la desaparición de Carlos Emilio, comenzaron a circular testimonios en redes sociales sobre casos similares en otros establecimientos vinculados al grupo empresarial del hombre de poder. Ninguno de esos casos fue incorporado públicamente a la investigación, lo que aumentó la percepción de impunidad y falta de transparencia.

Desaparecer en medio del bullicio de Mazatlán

Carlos Emilio había egresado recientemente de la licenciatura en Gastronomía y estaba en proceso de titulación. “No tenía antecedentes de violencia, amenazas ni conflictos. No se había independizado ni tenía planes de irse”, explicó Brenda. El contraste —un joven sin factores de riesgo visibles desaparecido en un lugar público— mantiene el caso en la atención nacional. Su perfil resalta la inconformidad de la sociedad, ¿cómo puede desaparecer un joven en un espacio con vigilancia, clientes, seguridad privada y registro de video, y no aparecer respuestas inmediatas?

A más de ochenta días del suceso, la familia no ha tenido contacto con el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya —quien reiteradamente minimiza la crisis de seguridad en el estado—, ni con la alcaldesa de Mazatlán, Estrella Palacios Domínguez. No hubo reuniones, pronunciamientos directos ni compromisos públicos de seguimiento. Para la madre de Carlos, esta ausencia institucional refuerza la idea de que “hay cosas que se están encubriendo por encima de la vida de mi hijo”.

Brenda insistió en que no busca culpables anticipados, sino una investigación completa, transparente y urgente. Sin embargo, la forma en que se ha manejado el caso —sin asegurar el lugar, con videos incompletos, sin llamados clave a declarar— compromete la posibilidad de encontrar a Carlos Emilio. Ante la falta de avances, Brenda y su familia decidieron visibilizar el caso fuera de Sinaloa y del país. Han realizado manifestaciones, entrevistas y acciones públicas en México y Estados Unidos, llevando el rostro de Carlos Emilio a espacios emblemáticos como la Casa Blanca y otros sitios icónicos, con la intención de mantener la presión social.

“Hay miedo, hay intimidación. La desaparición no sólo afecta a quien falta, sino a quienes buscan, denuncian y exigen”, dijo Brenda. Su caso se inserta en un contexto nacional marcado por más de 130 mil personas desaparecidas y por investigaciones que no avanzan o se diluyen en trámites interminables.

Ante las condiciones en las que ocurrió la desaparición de Carlos, no existe una línea de investigación firme que explique qué ocurrió dentro de Terraza Valentinos, quiénes fueron las últimas personas que estuvieron con él ni por qué las evidencias presentan vacíos temporales. “Mi hijo sigue desaparecido y nadie ha hecho lo suficiente para encontrarlo. Cada día que pasa sin respuestas es un día en que mi familia sufre y nadie asume la responsabilidad de actuar”, concluyó Brenda Valenzuela Gil, con la voz cargada de desesperación y reclamo, recordando que la búsqueda de Carlos Emilio continúa sin tregua ni claridad.