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“Hoy en día nuestras batallas son principalmente de narrativas”: Mónica Mayer Naturaleza Aristegui

La artista presentará la exposición 'Hablando se entiende la gente' en la Universidad del Claustro de Sor Juana.

  • Redacción AN / HG
23 Sep, 2025 13:27
“Hoy en día nuestras batallas son principalmente de narrativas”: Mónica Mayer

Por Héctor González

A lo largo de su carrera Mónica Mayer (Ciudad de México, 1954) se ha ocupado de armar y dar vida a su archivo. La muestra más reciente en este sentido es Hablando se entiende la gente, que será inaugurada el próximo 25 de septiembre en la Celda Contemporánea de la Universidad del Claustro de Sor Juana.

El montaje contó con la curaduría de Sonia Yuruen Lerma Mayer y reúne fotografías, carteles, diversos objetos, videos cortos y registros de algunos de sus performances, piezas realizadas en los últimos tres años de labor creativa en el marco del proyecto Hablando se entiende la gente: interviniendo el Archivo Pinto mi Raya a partir del texto, la imagen y la palabra.

Hablando se entiende la gente no es un título ingenuo. Mónica Mayer lo sabe: hablar no es solo pronunciar palabras, es hilar memoria, sembrar archivo, activar preguntas y conectar historias. Entenderse, a su vez, implica vulnerarse, escucharse y descolocarse. Desde hace más de cuatro décadas, Mayer ha encontrado en el archivo —propio y ajeno— un territorio de experimentación estética, pedagógica y política. Para ella, el archivo es un campo de disputa donde se entrelazan poder, afecto, memoria, silencios y posibilidades”, escribe en la presentación la curadora.

Considerada como una de las mayores exponentes del arte feminista en México, Mayer fue reconocida este año con el “Distinguished Feminist Award” en arte por el College Art Association (2025). Además, en 2021 recibió la Medalla de Bellas Artes en la categoría de Artes Visuales y en 2016 la presea Omecíhuatl por parte del Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México.

Su nueva exposición está relacionada con el archivo y memoria, ambos temas que ha desarrollado a lo largo de su carrera.

Así es, el archivo de la memoria es algo que he venido trabajando desde hace muchos años. En la exposición Hablando se entiende la gente reúno el trabajo de los últimos tres años en los que he formado parte del Sistema Nacional de Creadores. Se podrán ver intervenciones al archivo Pinto mi raya a partir del texto, la imagen y la palabra.

Es interesante la relación que encuentra entre el archivo y su trabajo como feminista, ¿en qué momento vio el vínculo entre ambos procesos?

Para mí es muy importante. Creo que problemáticas como las que aborda el feminismo solo pueden ser abordadas desde la educación, es como jugar gato en tercera dimensión. Por un lado, tenemos que cambiar las narrativas del pasado que nos excluyeron por completo y por otro lado tenemos que trabajar en el presente; pero, además, tenemos que pensar en el futuro y dejar materiales suficientes para que no nos borren de nuevo, como ha sucedido anteriormente. Por eso considero que para que los materiales de archivo funcionen hay que estarlos trabajando, reactivando y en mi caso haciendo obras a partir de ellos.

¿Mediante esta intervención es como se reinventan las narrativas o discursos?

Hoy en día nuestras batallas son principalmente de narrativas, por eso es muy importante analizarlas, verlas y tener nuestras propias narrativas.

Tengo la impresión de que vivimos un momento al menos desde el arte, donde parece está la posibilidad de incorporar a grupos cuyas narrativas habían quedado fuera, ¿usted cómo lo percibe?

En el campo del arte creo que sí hay mucho interés en hablar de otros grupos y comunidades que anteriormente estaban excluidas, por ejemplo, de los museos. Hace 40 o 50 años, cuando empecé en esto del arte, solo había una clase en la que nos hablaban de mujeres artistas. Hoy, me parece que esto está cambiando. No quiero decir que sea algo permanente porque siempre se puede retroceder, pero ahora ya no es raro ver trabajos o encontrar publicaciones sobre mujeres artistas. Actualmente hay muchas personas expertas en tesis, doctorados y maestrías, que hablan sobre estas temáticas. Esto me da mucho gusto, pero aún así, todavía hay grupos excluidos.

Esto que menciona usted lo vivió en carne propia, ¿cuál fue el punto de quiebre o el momento en que esto cambió?

Ha sido algo progresivo. El primer libro de arte feminista que se publicó en México fue mío, en 2004, se llama Rosa Chillante, Mujeres y Performance en México. No había nada más y a partir de ahí han seguido un montón. Y no digo esto para echarme flores, sino porque éramos varias quienes trabajábamos de manera simultánea, gente como Araceli Barbosa o Gladys Villegas. Hoy hay mucho material y he podido ver cómo se construye el conocimiento, cómo se construyen las instituciones, cómo cada vez hay más trabajo. Un cambio radical lo han generado las redes sociales pues permiten que el trabajo se difunda en otras latitudes; y el feminismo joven, hay toda una generación jovencísima que encuentra eco en lo que nosotros hicimos y seguimos haciendo. Para mí ambos factores son los que han tenido más impacto.

Hoy se habla de muchos feminismos, pero ¿qué tipo de diálogo se está dando entre ellos?

Hay muchos feminismos y muy diferentes. Desde un principio ha habido grandes batallas entre ellos, no es nuevo. En Estados Unidos había cuestionamientos entre los feminismos negros y los blancos, entre las chicanas. La postura del feminismo mexicano ha sido diferente a la que se dio en otros lados, aquí se cuestionó al imperialismo yanqui. Siempre ha habido batallas, pero en el arte además de los cuestionamientos, he encontrado amistades, afectos y un lugar desde el cual construir algo. No es fácil la unidad porque las mujeres estamos atravesadas por muchas problemáticas muy diferentes.

En el caso de México es casi imposible no atravesar cuestiones como la violencia de género o los feminicidios, ¿no?

La violencia y el feminicidio en México han empeorado en muchos sentidos, sin embargo, también hay que reconocer que ahora hay más leyes para combatirlo. En el arte se está reflexionando de todo esto, pero tampoco es algo nuevo. Desde los setenta el arte ha estado presente en cualquier manifestación feminista. El problema es que este tipo de trabajo tan político no siempre llega a los museos. No obstante, insisto, se han ganado espacios. Antes era un tema que no estaba presente y del cual no se hablaba, incluso estaba mal visto. Recuerdo que cuando decía que lo mío era arte feminista la gente se retorcía como almeja con limón. Decían, ¿qué me va a hacer esta señora?

En una época como está donde todo cambia tan rápido, ¿cómo se revalora la memoria y el trabajo de archivo?

Es verdad que a causa de la inmediatez y el exceso de información muchas cosas se pierden. Un artículo mío escrito hace treinta años y publicado en un periódico, es muy difícil de rastrear, sin embargo, hay muchas otras cosas a las que podemos acceder. Incluso en las mismas redes se ha dado una movilización importante y que ha impulsado denuncias de acoso que la larga han servido para cambiar leyes, ahí tenemos el caso de la Ley Olimpia. Se requiere de esfuerzos enormes para que las cosas cambien, pero ahí tenemos a las madres que buscan a sus hijos e hijas. Ante las adversidades hay respuestas impresionantes, fuertes y visibles.

En términos de crítica y más allá de las cuotas de género o la paridad, ¿qué tipo de cambios percibe?

Creo que han cambiado cosas y no nada más me refiero a que las mujeres sean más visibles. Hay un análisis feminista del arte en general, un cuestionamiento desde el feminismo a la estructura de las instituciones.  Hay una crítica desde el feminismo de cómo son narradas las mujeres. Desde hace 10 años hacemos la Editatona de mujeres artistas y parte del trabajo ha sido incluir a mujeres de diversos grupos, que abordan diversas temáticas y diversas problemáticas, pero también cambiar cómo son narradas las mujeres. Al principio te encontrabas textos que decían “Maris Bustamante, hermana del Güiri Güiri”, en cambio nunca leías en la biografía de Andrés Bustamante que fuera hermano de la maravillosa pionera del arte feminista Maris Bustamante. Es decir, cuestionamos las narrativas. Hay mucho trabajo realizado, aunque no sé si desde la crítica porque creo que ha desaparecido, por lo menos de los periódicos.

Y esta exposición es parte de esto, ¿no?

Sí, en ese sentido siempre me he asumido como artista feminista, aunque no es el único de mis intereses. La tecnología me llama mucho la atención, en esta exposición hay trabajo realizado en redes, para TikTok, Instagram, Facebook, incluso con Inteligencia Artificial. Siempre digo que yo sé cuándo empieza una obra, pero nunca sé dónde termina, cómo o cuándo. Y en esta exposición hay varias obras así. Hay una pieza que empecé en 2018, se llama “Soy tan pero tan vieja”, que está principalmente en redes, pero ahora va a tener una versión física. Me interesa ese jugar, estirar, llevar a distintos límites las obras para ver hasta dónde pueden llegar.

¿Qué relación tiene con la Inteligencia Artificial?

Siempre he trabajado con distintas tecnologías, desde cuando la fotocopia a color era high-tech. La Inteligencia Artificial es una herramienta más para trabajar, no para resolver las tareas de la escuela o para escribir las notas periodísticas. Hemos desarrollado piezas que tienen que ver con textos míos que rescato del archivo publicado en el periódico, lo metemos a un programa y de repente sale un podcast. A modo de diversión metemos otro artículo y lo convertimos en una canción de rap. Me interesa aprender y jugar con las posibilidades de la Inteligencia Artificial para rescatar materiales de archivo.

 

 

 

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