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“Todavía hay quienes piensan que la ciencia ficción no es literatura”: Kyra Galván Naturaleza Aristegui

En su nueva novela ‘Las mansiones de Zatar’, la escritora contrasta el desarrollo tecnológico con experiencias como la pérdida y el suicidio.

  • Redacción AN / HG
22 Oct, 2025 11:53
“Todavía hay quienes piensan que la ciencia ficción no es literatura”: Kyra Galván

Por Héctor González

La historia transcurre en Téxico, un sitio ubicado entre Estados Unidos y México. Ahí Liliana, intenta superar la depresión causada por el suicidio de su hijo. Para sobrellevar la pérdida se le asigna un perro robot de compañía programado con rasgos más humanos de lo normal, al punto que es capaz de descubrir que el hijo Liliana era adicto a un videojuego de realidad virtual que escondía un proceso de reclutamiento.

Sin una visión apocalíptica, Kyra Galván (Ciudad de México, 1956) considera que es necesario pensar en el uso que estamos dando al desarrollo tecnológico. A partir de este interés nace La mansiones de Zatar (Fondo de Cultura Económica), una novela que nos alera sobre los riesgos de avanzar hacia sociedades deshumanizadas.

 La novela está dedicada a Arturo, su pareja fallecida y desde la primera línea se alude a un despertar, es decir a algo posterior. ¿Qué relación tiene el libro con la pérdida y el duelo?

Pues curiosamente nada en cuanto al duelo dado que su fallecimiento ocurrió cuando ya había terminado la novela. Sin embargo, sí hay una cuestión premonitoria porque el libro habla sobre un duelo que yo habría de vivir después. Simplemente quise ponerme en los zapatos de alguien que había tenido una pérdida muy importante.

¿Qué sensación le produjo ver la novela resultaba premonitoria?

Me impresionó mucho, de alguna manera creo que a veces los escritores tenemos la capacidad de canalizar sentimientos, emociones o situaciones que todavía no han sucedido pero que de alguna manera están ahí, en el inconsciente colectivo.

Y su novela tiene mucho de eso. Está ubicada en 2060. ¿Por qué ubicarla en ese periodo?

De ubicarla más adelante en el tiempo hubiera tenido menos elementos para predecir. Me pareció un periodo lo suficientemente adecuado como para imaginarme un futuro. Me interesaba, además, hacer una novela de ciencia ficción y crear un personaje que no fuera humano, pero sí creado por el Hombre. Un robot que se sirviera de la Inteligencia Artificial.

Su novela, entiendo, fue escrita durante la pandemia un periodo donde la ciencia ficción tuvo un renacimiento, por decirlo de alguna manera.

De alguna manera, la pandemia hizo que despertáramos ante la idea de que aparentemente estamos viviendo una modernidad o posmodernidad, cuando en realidad estábamos ante una situación parecida a la Edad Media en la que existían epidemias de peste u otras cosas capaces de matar a cientos de personas. Creo que nos concientizó de que no estamos tan avanzados como creíamos, pese al desarrollo tecnológico. Me parece que muchos sentidos seguimos teniendo los mismos problemas y enfrentando los mismos retos.

Por momentos pareciera que la ciencia ficción es casi realista, en su novela leemos sobre perros robots, de acompañamiento, algo que ya vemos.

Claro, por eso los incluí, sin embargo, todavía no sabemos hasta dónde se puede llegar. Hace poco leí que China tiene el propósito de hacer un ejército con perros robots armados. Lo realmente preocupante es el uso que se le puede dar a la tecnología en el futuro.

Y ese es uno de los temas que usted plantea en la novela, si la tecnología realmente podrá reemplazar de alguna manera cuestiones humanas.

Sí, me interesaba cuestionar hacia dónde va la tecnología y el mal uso que puede tener. Los videojuegos que pueden parecer algo muy inocuo, pero puede tener usos muy oscuros. Creo que, si no reparamos en ello, avanzaremos hacia una sociedad muy deshumanizada.

 

¿Por qué decidió crear para la novela, un territorio imaginario, Téxico, entre Estados Unidos y México?

Surgió a partir de imaginar hasta dónde podría llegar el tema del narcotráfico. Es un problema que se acentúa en los estados del norte y en el que Estados Unidos está teniendo mucha injerencia. Simplemente es una cuestión especulativa de lo que podría pasar.

Ese territorio según lo escribe en la novela, podría estar más cercano a la sociedad estadounidense que la mexicana.

Así es, creo que la mayoría de los estados del norte tienen una relación más tóxica con Estados Unidos. Hacia el centro o el sur se le ve como un referente, por eso la gente busca pasar al otro lado, se cree que el modo de vida es mejor y más estructurado.

¿Qué puede aportar la ciencia ficción a una reflexión literaria sobre el narcotráfico?

Creo que una concientización hacia un futuro, que todo apunta a que será distópico. No se trata de justificar sino de comprender que la distopía puede estar más cerca de lo que pensamos. Todavía hay quienes piensan que la ciencia ficción no es literatura, yo crecí leyendo a Ray Bradbury, que es un escritor con una imaginación portentosa y que al mismo tiempo escribía de una manera muy poética. Esa es mi aspiración, de imaginar un poco cómo pueden ser las sociedades futuras, hacia dónde podemos llegar, hacia dónde nos estamos perfilando, pero siempre con apuesta estética en el lenguaje.

La novela repara además en cuestiones muy humanas, como la pérdida y el suicidio, ¿qué reflexiones le despertó en este sentido su libro?

Quería tratar temas humanos y contrastarlos con el avance tecnológico. Podremos avanzar mucho tecnológicamente, pero por igual nos seguiremos enfrentando a cuestiones como la muerte y el suicidio, en particular me interesaba hablar del suicidio entre los jóvenes. Me parece desalentador que suceda en nuestras sociedades modernas. Me gustaría que los jóvenes leyeran la novela porque a veces llegan a situaciones límite por cuestiones que a los adultos nos parecen superficiales. Este es un problema social que debemos atender.

¿Hacia dónde se movió su reflexión en este sentido con la escritura de la novela, sobre todo pensando en el final del libro que por su puesto no vamos a contar?

Pues desde un principio concebí la necesidad de llegar a ese final. Pese a los esfuerzos que haga el Estado, hay situaciones límite que son muy complicadas desde el punto de vista emocional y no pueden ser aliviadas por la tecnología. Ese fue el arco narrativo que intenté mantener hasta el final y creo que se consiguió.

 

 

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