Deforestación y manejo de cuencas, claves en las inundaciones: Dr. Robert Manson 
El investigador advierte que la deforestación, el mal manejo de cuencas y las decisiones locales agravan los impactos del cambio climático en México.
- Redacción AN / MDS

El doctor Robert Manson, Investigador Titular B del Instituto de Ecología, A.C., centro de investigación de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (Secihti), ofreció en Aristegui en Vivo un análisis detallado sobre las causas detrás de las recientes inundaciones que han devastado diversas regiones del país.
Con más de 27 años haciendo ciencia en México, Manson sostiene que las tragedias asociadas a lluvias e inundaciones tienen causas perfectamente identificables y prevenibles, entre ellas el mal manejo de cuencas y la deforestación.
El especialista se refirió a un estudio reciente sobre el tema, en el que participó, que utilizó información de las distintas tormentas tropicales y huracanes que han afectado al país para predecir los posibles efectos de la deforestación sobre la respuesta hídrica en las cuencas, el riesgo de inundación y comprar esa información con los damnificados.
“Donde predice el modelo que debido a la deforestación va a haber más escurrimiento, menos infiltración y más flujo pico en el río y riesgo de inundación, es exactamente donde vemos a los damnificados”, señaló el investigador, basándose en eventos como el huracán Stan (2005) y la tormenta tropical Carl (2010).
¿Qué es el manejo de cuencas?
Manson explicó que el manejo de cuencas no es otra cosa que ordenar el uso del suelo y establecer políticas sobre dónde y cómo se puede construir. “Es un ordenamiento territorial”, puntualizó. Esto implica también prácticas agrícolas sostenibles, conservación de vegetación y prevención de erosión.
A pesar de que existen instrumentos como los Planes de Acción de Manejo Integral de Cuencas (PAMICs), creados por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, su implementación apenas comienza en 10 o 15 cuencas, en un país que cuenta con cientos.
Este tipo de instrumentos, explicó, permite “identificar en la cuenca todas estas zonas súper importantes” por los servicios ambientales que prestan: desde la conservación de la biodiversidad hasta la regulación de inundaciones. Invertir en su protección, dijo, no es altruismo: es una inversión en bienestar y prevención.
Pese a que los estudios que vinculan deforestación con desastres hidrometeorológicos datan de hace más de una década, las medidas preventivas siguen siendo mínimas. “Sucedieron estos desastres hidrometeorológicos y escuchamos lamentos sobre el cambio climático […] pero nunca se habla de las causas raíz”, lamentó.
A nivel local, añadió, tampoco se ha hecho lo suficiente para evitar que se construya en zonas de alto riesgo. “¿Por qué permitimos a la gente que construya sus casas en lugares que sabemos que se van a inundar?”, cuestionó. Las lluvias que antes se consideraban excepcionales, advirtió, “van a ser cada 10 años con el cambio climático”.
Sobre el estado actual de la deforestación en México, Manson fue claro: “Estamos en los últimos 10 países de más alto de deforestación”. A esto se suma el debilitamiento de instituciones clave como la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), cuyos presupuestos han sido recortados en los últimos años.
“Nuestro bienestar como pueblo mexicano depende de los recursos naturales, del buen funcionamiento de estos ecosistemas como los bosques”, recordó.
Según cifras del INEGI citadas por el científico, el agotamiento y deterioro ambiental representó en 2023 un costo equivalente al 4.2% del PIB. “Estamos perdiendo una gran cantidad por esta degradación de nuestros propios recursos naturales”, advirtió.
El compromiso 30×30 y la urgencia de conservar
Uno de los pilares para revertir la crisis ambiental es el cumplimiento del compromiso internacional conocido como 30×30: que para el año 2030, el 30% del territorio nacional esté protegido como reserva ecológica. México actualmente se encuentra entre el 12 y 14% de cobertura terrestre, dijo.
“Hay que mostrar voluntad por parte del gobierno”, dijo Manson. Si eso ocurre, explicó, se puede atraer financiamiento internacional que complemente el presupuesto federal y lograr esa meta. También hizo énfasis en que las áreas protegidas no deben limitarse a parques nacionales, sino que pueden incluir “corredores biológicos, áreas privadas de conservación” y otras figuras.
Además, destacó un dato: “Un estudio encontró que por cada peso que se invierte en áreas protegidas, se obtienen 52 pesos en servicios ecosistémicos”, como carbono capturado, ecoturismo y mitigación de riesgos ambientales.
Manson destacó dos programas relevantes que podrían fortalecer la respuesta ambiental del país: el Programa Nacional de Restauración y el Programa de Pago por Servicios Ambientales (PSA) de CONAFOR. Este último, pese a su efectividad al vincular usuarios del agua con propietarios de bosque, también ha sufrido recortes. “Es un modelo muy interesante para fomentar todo lo que hemos estado hablando”, comentó.
Consideró la necesidad de contar con una nueva Ley General de Aguas que fortalezca los derechos locales sobre el recurso y promueva el uso eficiente del agua. Aseguró que la propuesta que está sobre la mesa busca revertir el modelo de concesiones excesivas instaurado en los años 90.
“Es empoderar un poco a los actores locales, tomar decisiones sobre el recurso hídrico, no solo los concesionarios Incluso se descubrió que hay más concesionarios que hay agua para concesionar”, señaló.
Cambio climático y lluvias “atípicas”
Ante la narrativa oficial que atribuye las tragedias actuales a “lluvias atípicas” o al cambio climático, Manson subrayó que ambas explicaciones no excluyen la responsabilidad humana. “Realmente lo que no es importante es el promedio, es la varianza, son los extremos”, explicó. Es decir, el cambio climático intensifica tanto las lluvias como las sequías, pero sus efectos dependen de cómo se gestiona el territorio.
“No es desastre natural. Es desastre provocado por lo que estamos haciendo”, sentenció, al tiempo que apuntó que los estudios muestran que, debido al calentamiento del mar, las tormentas se están volviendo más frecuentes y más poderosas, como en el caso del huracán Otis de octubre 2023, que dejó severos daños en Acapulco.
También señaló la urgencia de contar con mejores sistemas de alerta temprana, ya que actualmente los modelos “no anticipan el crecimiento tan rápido de las tormentas”.
Manson concluyó con un llamado a romper el ciclo de reacción tardía y prevención nula. “Ojalá, pues somos seres humanos, somos inteligentes, podemos aprender y no hacer los mismos errores del pasado”, dijo. Sin embargo, lamentó que no se observa aún “mucho movimiento para atacar la causa raíz de estos problemas”.
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