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“Trato de no ponerme límites y eso a veces me ha causado problemas”: Julieta Fierro (Memorias de varios encuentros) Naturaleza Aristegui

Hacemos un repaso a través del pensamiento y la trayectoria de la astrónoma mexicana.

  • Redacción AN / HG
21 Sep, 2025 10:29
“Trato de no ponerme límites y eso a veces me ha causado problemas”: Julieta Fierro (Memorias de varios encuentros)

Por Héctor González

Julieta Fierro Gossman no fue una científica convencional. Sus jornadas comenzaban entre seis y ocho de la mañana e incluían una amplia lista de actividades que podían ir desde el baile, hasta la investigación, la lectura y por supuesto la divulgación, apenas hace dos semanas llenó las salas donde presentó en el Hay Festival de Querétaro.

Si bien creció en un ambiente donde la cultura era algo cotidiano, ingresar a la universidad para estudiar ciencia no fue sencillo. “Mi papá siempre fue un amante de la cultura. A mi hermana y a mi nos mandó a un instituto francés. Pero cuando murió mi mamá, él quiso que nos ocupáramos de la casa, sobre todo de los hermanos chicos, teníamos uno de meses con Síndrome de Down. Cuando le dije que quería estudiar física estaba tan convencido de que iba a reprobar que me advirtió que a la primera que tronara me sacaba. Se pusieron las cosas tan difíciles que mejor me escapé de mi casa. Trabajé y estudié al mismo tiempo, afortunadamente mi novio me ayudó a mantenerme”, me comentó en alguna ocasión.

Su tesón y una forma poco ortodoxa de entender la ciencia, la convirtieron en alguien fuera de serie. Comenzó como asistente de maestros de matemáticas y físicas, ayudó también su conocimiento de inglés y francés, para ejercer como intérprete. Fue investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM y Profesora de la Facultad de Ciencias. Ocupó la Silla XXV de la Academia Mexicana de la Lengua y formó parte del Sistema Nacional de Investigadores en el máximo nivel. A lo largo de su vida publicó más de 41 libros de divulgación y decenas de artículos.

Trato de no ponerme límites y eso a veces me ha causado problemas. Si uso métodos no ortodoxos es porque los convencionales no funcionan bien. Creo que las personas pueden aprender de manera más fácil, rápida y significativa, si haces cosas novedosas. El problema es que heredamos un sistema educativo que proviene de la Edad Media y apenas lo hemos modificado ligeramente. Nos hace falta incorporar a las formas de enseñanza los nuevos estudios sobre el cerebro”, me dijo en aquella ocasión.

Julieta era una mujer divertida que a la vez se tomaba muy en serio su trabajo. Sabía estirar los límites de sus posibilidades hasta el extremo con tal de hacer transmitir su mensaje. “Cuando murió Miguel Capistrán, le hicimos un homenaje en la Academia de la Lengua. Fue un gran amigo, nos llevábamos muy bien, seguido le daba aventón después de la sesión y echábamos relajo; era amigo de Pellicer, Monsiváis. Mi discurso sobre él fue chistoso y los académicos se molestaron muchísimo. Quizá sí se me pasó la mano al salirme de las convenciones”, reconoció.

Anécdotas como esta tenía decenas, pero esto nunca fue una traba, su ingenio fue tal que llegó a componer “Y sin embargo, se mueve”, un mambo dedicado a Galileo. “Me metí a aprender bailes de salón y mi favorito es el mambo porque me hace sudar.  Durante el Año Internacional de la Astronomía se me ocurrió que para las conferencias de divulgación estaría bien contar con un mambo, así fue como nació la canción”.

Ni que decir de su colección de juguetes, era famosa y por demás llamativa. “Me encanta jugar y más cuando es con los niños, ellos no tienen prejuicios y son creativos.  Inventan cosas, son audaces, les gustan los retos, lanzan ideas. Son una cosa extraordinaria. Algo parecido sucede con los chicos de los primeros años de la carrera de física porque se atreven a cuestionar a la ciencia”.

Imaginación y comunidad

El legado de Julieta Fierra es amplio, como también su lista de reconocimientos. Fue directora General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM y miembro de la mesa directiva de la Sociedad Astronómica del Pacífico, así como presidenta de la Sociedad Mexicana de Museos de Ciencia. Ganó el Premio Nacional de Divulgación de la Ciencia (1992); así como los Premios Kalinga de la UNESCO en París (1995); la Medalla de Oro Primo Rovis del Centro de Astrofísica Teórica de Trieste (1996); Premio Klumpke-Roberts de la Sociedad Astronómica del Pacífico en Estados Unidos (2001); Medalla al Mérito Ciudadano de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal (2003); Medalla Benito Juárez y fue la Mujer del Año (2004); Premio Sor Juana Inés de la Cruz de la UNAM (2005). Obtuvo las medallas Vasco de Quiroga, de la Sociedad Astronómica de México (2011) y al Mérito en ciencias Ing. Mario Molina (2021).

Si algo hicieron los premios fue reiterar que su forma de hacer ciencia era la correcta, al menos para ella. “La imaginación es fundamental para idear cosas nuevas. El estímulo de escribir lo que uno quiere es muy alto, una vez que lo sabes hacer, escribes lo que imaginas. Después hay que aprender a resolver problemas ya sea en la comunidad o el aula. Necesitamos aprender a aprender y a trabajar en equipo porque las ideas nuevas y la imaginación funcionan mejor de manera grupal”, fue algo que aplicó a rajatabla.

-¿Cuándo mira al cielo qué ve, Julieta?- le pregunté una vez-.

En la Ciudad de México, casi nada. De vez en cuando la Luna es hermosa. Además, siempre he sido mala para ver las estrellas, lo hacía porque era necesario, pero cuando pude dejar de hacerlo fui muy feliz.

 

 

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