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Corazón del bosque: comunidades descubren una nueva especie de rana amenazada en Perú Naturaleza Aristegui

Comunidades locales y científicos descubrieron una nueva rana para la ciencia, Oreobates shunkusacha, en los bosques nublados del Biocorredor Bosques de Vaquero, en el departamento de San Martín, Perú.

  • Redacción AN / GER
19 Nov, 2025 10:07
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Corazón del bosque: comunidades descubren una nueva especie de rana amenazada en Perú
La Oreobates shunkusacha, de apenas dos o tres centímetros, de color marrón oscuro y con un brillante iris dorado, habita exclusivamente en los bosques nublados del departamento de San Martín, Perú. Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

Por Astrid Arellano

Mongabay Latam

En las profundidades de los bosques nublados del departamento de San Martín, en Perú, existen dos lugares tan altos, fríos y remotos que durante mucho tiempo permanecieron casi inexplorados: una laguna que cambia misteriosamente de color y una zona cuya vegetación es tan singular que parece una chacra sembrada por el Chullachaqui, el espíritu del bosque que protege y defiende la selva. Monitores de tres asociaciones indígenas y locales guiaron a un equipo de científicos de Perú y Francia en una serie de expediciones para desentrañar sus secretos. Fue allí, en ambos sitios ubicados dentro del Biocorredor Bosques de Vaquero, donde surgió uno de los hallazgos más sorprendentes: una pequeña rana desconocida, escondida entre la hojarasca.

La llamaron Shunku Sacha, que en lengua kichwa-lamista significa “corazón del bosque”. El nombre de la nueva especie descrita para la ciencia, Oreobates shunkusacha, honra el territorio donde fue descubierta, un lugar que, junto a la rana, se encuentra bajo amenaza por la rápida destrucción del bosque.

La especie ha sido nombrada Oreobates shunkusacha, que en kichwa-lamista significa “el corazón del bosque”. Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

“El desafío más grande para nosotros es lograr el cuidado del biocorredor”, dice Kenneth Mori Ríos, presidente de la Asociación Ecológica Sacha Runa. “Es un sueño que tenemos: ver toda esta zona libre de delitos ambientales para que las especies que se están descubriendo perduren en el tiempo. Nos gustaría que, con el apoyo de nuestras autoridades y aliados, podamos hacerlo realidad”.

La Oreobates shunkusacha, de apenas dos o tres centímetros, color marrón oscuro y con un brillante iris dorado, habita exclusivamente en los bosques nublados situados por encima de los 1350 metros sobre el nivel del mar, en bosques primarios que garantizan la provisión de agua a la subcuenca del Lago Sauce.

Equipo comunitario y científico, durante las expediciones en los bosques nublados del Biocorredor Bosques de Vaquero. Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

En los últimos 40 años, esta zona ha perdido el 60 % de su cobertura boscosa, según reporta la organización Nature Conserv’Action, que acompaña a las asociaciones indígenas y locales en los procesos de conservación del biocorredor. Esta pérdida equivale a más de 7500 hectáreas deforestadas o unas 10 500 canchas de fútbol, de acuerdo con datos de Geobosques y Mapbiomas Perú.

Las principales causas de esta pérdida son la agricultura a pequeña escala de café y cacao, la ganadería, el tráfico de terrenos y la tala selectiva ilegal.

Equipo local y científico con una rana Oreobates shunkusacha observada durante las expediciones en el Biocorredor Bosques de Vaquero. Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

“Es un bosque impresionante, un bosque húmedo”, describe Mori Ríos. “Llegamos a más de 1600 metros sobre el nivel del mar; es una altura considerable donde hay especies hermosísimas de aves, mamíferos y, sobre todo, de reptiles que se han encontrado, como en el caso de la Cocha Encantada”. Se ha denominado así porque, momentáneamente y sin explicación alguna, cambia el clima de inmediato: hay mucha lluvia y el agua misma de la laguna cambia de color. “Son cosas misteriosas que suceden acá en la selva”, afirma Mori Ríos.

Estos bosques, que abarcan alrededor de 8000 hectáreas, son protegidos voluntariamente por apenas 30 personas de la población local organizada bajo la modalidad de Concesión para Conservación y distribuidas en tres áreas: Yaku Kawsanapa, Sacha Runa y Cordillera de Vaquero. Juntas hacen frente a la deforestación a través de proyectos e iniciativas comunitarias.

Una rana distinta a las demás

En la noche, las Oreobates shunkusacha salen a recorrer el bosque. Fueron observadas desplazándose sobre la hojarasca y entre el musgo que cubre tanto las laderas empinadas como las zonas planas. Algunas se acercan a la laguna de montaña conocida como Cocha Encantada, avanzando entre helechos densos, en un ambiente húmedo y silencioso que las protege. Durante las lluvias intensas, cuando el bosque se inunda temporalmente, se esconden bajo raíces o dentro de huecos naturales, aprovechando cada rincón para refugiarse.

Estas ranas solo se conocen en dos localidades del departamento de San Martín: las concesiones para conservación Sacha Runa, en el distrito de Sauce, y Yaku Kawsanapa, en el distrito de Chazuta. Ambas se encuentran en el sector norte de la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Cordillera Azul. Estos espacios están compuestos por bosques yungueños basimontanos primarios, rodeados por parches de bosque secundario, áreas deforestadas y parcelas agrícolas.

La Oreobates shunkusacha mide entre dos y tres centímetros. Su color y patrón de manchas le permite camuflarse entre la hojarasca. Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

Estos hallazgos fueron recientemente descritos en una publicación científica en la revista alemana Salamandra, especializada en herpetología. La investigación fue realizada por las asociaciones locales y los científicos de Nature Conserv’Action y la Asociación Ararankha – Ecología y Conservación, que trabajan en la zona desde 2022, con el objetivo de acercar la ciencia a las organizaciones locales que protegen los bosques.

“Fue un intercambio entre metodologías científicas y conocimientos locales, así que fueron las comunidades quienes de verdad descubrieron la especie, indicándonos sitios donde habían visto ecosistemas únicos”, describe Mathias Dezetter, cofundador y responsable científico de Nature Conserv’Action. “También participaron en las metodologías científicas, en el trabajo de campo y fueron incluidas a través de talleres para llegar hasta la publicación del artículo”.

En color azul, el ámbito de distribución de la Oreobates shunkusacha, por encima de los 1350 metros, en bosques primarios. En color amarillo, la pérdida de bosques de 2001 a 2024. Fuentes: Geobosques, Mapbiomas Perú / Mapa creado por Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

Era finales de 2022 cuando, durante uno de los inventarios participativos, apareció el anfibio inesperado. Las asociaciones comunitarias, expertas en el territorio, habían definido junto a los científicos los sectores de muestreo, organizando búsquedas de día y de noche, así como transectos y parcelas para conocer la biodiversidad de la zona.

“Cuando diseñamos los lugares donde queríamos buscar especies, les preguntamos: ‘¿Dónde han visto ecosistemas diferentes, vegetación, plantas raras o lugares remotos?’”, recuerda Ernesto Castillo, herpetólogo de Ararankha y científico principal del estudio. En Sacha Runa, les contaron sobre la Cocha Encantada. En Yaku Kawsanapa, sobre la chacra del Chullachaqui. “Esto nos dio pistas como investigadores para decir: ‘Este lugar parece muy interesante’; entonces, nos indicaron el camino”, agrega el científico.

Equipo local y científico, durante las expediciones en el Biocorredor Bosques de Vaquero. Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

Equipo comunitario y científico, durante el trabajo de campo y laboratorio en el bosque. Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

La primera expedición terminó antes de llegar a la cima: el acceso era demasiado difícil. Pero en el segundo intento, los exploradores alcanzaron los bosques de altura y allí encontraron a la rana, adaptada a esos ecosistemas tan complejos. “Como son colinas aisladas, son como islas con ecosistemas únicos en los cuales existen esas especies”, comenta Castillo.

“Al principio no sabíamos que era algo distinto; teníamos sospechas, pero no lo habíamos confirmado”, agrega el herpetólogo. Recién en 2024, tras un análisis más detallado de su morfología y la posterior confirmación genética, el equipo comprendió que se trataba de una especie única, muy diferente y genéticamente distante de todas las conocidas.

El microhábitat forestal de la Oreobates shunkusacha se caracteriza por sotobosque denso, una gruesa capa de hojarasca y raíces, sobre un suelo arenoso y rocoso. Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

El estudio mostró que la rana cabezona de Shunku Sacha —su nombre propuesto en español— está estrechamente relacionada con la Oreobates colanensis, pero se diferencia claramente de esa especie y de otras del mismo género. Los científicos resaltan su combinación única de características: piel dorsal granulosa, ausencia de pliegues dorsolaterales, almohadillas nupciales en los machos, sin sacos ni hendiduras vocales y dedos de los pies sin membrana basal.

Al cuidar el hábitat de la Oreobates shunkusacha, las comunidades locales organizadas están asegurando el recurso hídrico para el consumo de la población, para la agricultura y para el turismo, que en Sauce depende del Lago Azul. Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

Luchar contra la deforestación

En el biocorredor, la deforestación se convirtió en un problema urgente que impulsó a las comunidades a actuar. La tala y la quema indiscriminadas estaban arrasando los bosques y su biodiversidad, por lo que los habitantes sintieron la necesidad de protegerlos directamente. Según los monitores comunitarios y los científicos, los efectos de esta destrucción ya se hacen sentir: sedimentación del Lago Sauce, alteraciones en el ciclo de lluvias que afectan los cultivos y dificultades de acceso al agua en los distritos cercanos.

“Nosotros nos organizamos por la sencilla razón de que veíamos a gente deforestando nuestros bosques y nuestra biodiversidad se estaba yendo al suelo”, relata Julián García, socio fundador de la Asociación Bio Agro Forestal Yaku Kawsanapa, quien junto a Samuel Álvarez lidera los patrullajes que la comunidad comenzó a implementar en esa zona.

Socio de la Asociación Ecológica Sacha Runa (AESARUSA) observa una zona deforestada dentro del área para sembríos de café, a 200 metros de donde se descubrió la nueva especie. Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

“Nos organizamos en patrullas para poder ir al fondo del terreno que tenemos y es así que hemos podido conversar de cerca con las personas que deforestan y queman nuestros bosques”, explica García. “Gracias también a las organizaciones que nos están apoyando, estamos logrando parar la tala y el resultado es que ahora, con los científicos que nos están ayudando, estamos descubriendo nuevas especies”.

Pero los esfuerzos de las comunidades, sin embargo, no son recientes. Desde 2015, las tres asociaciones locales se comprometieron por 40 años renovables a cuidar esta zona de gran biodiversidad, realizando patrullajes, monitoreos de especies, educación ambiental, investigación y campañas de sensibilización. Todo este trabajo —aseguran— lo realizan de manera voluntaria, sin recibir compensación económica ni apoyo para enfrentar las amenazas.

Más de dos hectáreas de bosque primario que fueron deforestadas en noviembre de 2024 para la expansión de parcelas de café, ubicadas a unos 200 metros de la localidad donde se encontró la rana Oreobates shunkusacha. Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

“Uno de los principales problemas que tenemos a nivel distrital en Sauce es que no hay un conocimiento ni un sentido de pertenencia en las autoridades”, comenta Diego Rado Tipte, coordinador en Perú de Nature Conserv’Action. “No tocan estos temas que son muy sensibles para la gente que ocupa estos espacios —que son en su mayoría gente migrante—, donde la concepción del territorio es aprovechar todo lo que se pueda y no siempre tienen en cuenta a los bosques para la conservación”.

Por ello, dentro de los esfuerzos para la conservación del biocorredor, desde 2024 se implementó la iniciativa “Co-existir”, del programa Probiodev de la UICN, con el apoyo de Le Poids du Vivant. La propuesta busca fortalecer el papel protagónico de las comunidades en la protección de sus bosques: jóvenes, mujeres y hombres se han formado como brigadistas en monitoreo de biodiversidad, aprendiendo a elegir transectos, guiar equipos de campo y manejar protocolos científicos, utilizando además herramientas accesibles como iNaturalist, con la que realizan inventarios dinámicos en cada visita al bosque.

Las mujeres de las asociaciones locales también participan como monitoras comunitarias en el Biocorredor Bosques de Vaquero. Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

Socios locales, durante un taller participativo sobre el Plan de conservación de anfibios y reptiles del Biocorredor Bosques de Vaquero. Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

Al mismo tiempo, las familias del biocorredor sostienen sus medios de vida a través del ecoturismo —su principal fuente de ingresos—, y de actividades asociadas como el trabajo artesanal liderado por las mujeres.

“Después de todo este esfuerzo que hemos hecho, podemos decir que más mujeres nos hemos sumado a esta investigación”, dice Carolina Zumba Tananta, socia de Yaku Kawsanapa, artesana y monitora comunitaria. “Nosotras ya podemos decir que, como mujeres, sí podemos salir, tener retos y logros. Ponemos amor en cada cosa que realizamos y, como artesanas, plasmamos en cada artesanía todas las cosas que venimos haciendo en la conservación”.

Socias y artesanas de la Asociación Bio Agro Forestal Yaku Kawsanapa. Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

Las comunidades que cuidan el biocorredor Bosques de Vaquero también escribieron “Las aventuras de Sumi”, un cuento en el que la Oreobates shunkusacha es una de las protagonistas. La historia refleja los hallazgos de la investigación participativa en la zona y muestra la biodiversidad única de estos bosques a través de los ojos de una rana Ranitomeya summersi, que busca un nuevo hogar después de la destrucción de su hábitat. El cuento está pensado para llegar a las infancias de las comunidades, futuras guardianas de estos bosques, para que desde pequeños conozcan la amenaza que existe.

“Si nosotros no hacemos nada, nuestras generaciones que vienen más adelante no van a tener nada para ellas”, concluye Zumba Tananta. “Por eso nosotros llamamos a que nos unamos más y cuidemos nuestros bosques, porque de ahí salen nuestras aguas y el agua es vida para todos nosotros”.

La rana Oreobates shunkusacha es una de las protagonistas del cuento infantil «Las aventuras de Sumi». Foto: cortesía Nature Conserv’Action Perú para Mongabay Latam

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