El campo magnético de la Tierra se debilita en el Atlántico: ¿se aproxima un cambio global? 
Un análisis de los datos obtenidos por las naves Swarm de la Agencia Espacial Europea sugiere que existe una anomalía que podría ser un síntoma de que los polos se inviertan.
- Redacción AN / MDS

Por Julio García G. / Periodista de Ciencia
Las décadas de los cincuenta y sesenta del XX fueron decisivas para estudiar el campo magnético de la Tierra. Éste, no solamente está allí para protegernos contra la radiación solar y los rayos cósmicos, sino que también es fundamental para guiar a las aves cuando emigran y para que la atmósfera de la Tierra no se “diluya” y desparezca.
En aquellos años los científicos se percataron de que, en el océano Atlántico del Sur, entre África y América del Sur, existe una anomalía en dicho campo: una especie de depresión o abolladura que hoy por hoy puede estudiarse desde el espacio gracias a un trío de naves enviadas en 2013 por la Agencia Espacial Europea.
Estas naves, las Swarm (Enjambre), se encuentran situadas en la órbita baja de la Tierra.
Ahora bien, ¿qué es exactamente esta anomalía? ¿Por qué el campo magnético no es tan regular y ordenado como se creía?
Resulta que el campo magnético está formado por una vasta red de líneas generadas por el dínamo central del planeta.
El dínamo es producto de que el hierro fundido dentro del núcleo se mueva de forma turbulenta: suba, baje o gire. Estos movimientos conducen electricidad y, al desplazarse, generan corrientes eléctricas que, a su vez, producen un campo magnético.
En otras palabras, el movimiento del hierro fundido dentro del núcleo convierte la energía del movimiento en magnetismo.
En este sentido, a lo largo de millones de años el campo magnético ha fluctuado en intensidad. Inclusive, se ha volteado por completo produciendo que los polos se inviertan.
El motivo de que sea irregular, poco calmado y caótico, se debe a que el hierro fundido situado en el núcleo se mueve desordenadamente.
Si el campo magnético es caótico, podría suponerse que el caos es lo que está provocando la anomalía. Sin embargo, los científicos continúan asombrados no solamente por el hecho de que exista, sino porque ha crecido durante el transcurso del tiempo.
Para determinar que la anomalía crece (ahora mismo es del tamaño de la mitad del continente europeo y paradójicamente su intensidad magnética ha disminuido), los investigadores han estudiado durante 11 años, con extrema precisión, el comportamiento del campo magnético.
Así, han podido determinar que desde 2014 y hasta 2025 la anomalía, como ya he dicho, no solamente ha crecido, sino que podría ser el preámbulo para que la Tierra sufra una inversión de sus polos.
Lo que se desconoce es cuándo podría suceder esta inversión (generalmente una inversión ocurre paulatinamente) y qué efectos podría tener.
Por ejemplo, algunas hipótesis apuntan a que, producto de esta inversión polar, el campo magnético se debilitaría provocando una reducción en la protección contra la radiación del Sol.
Aunque quizá esto no destruiría la vida, sí es probable que la radiación presente en la atmósfera afecte la operación de satélites. También, tanto astronautas como aves migratorias (estas últimas utilizan el magnetismo de la Tierra para orientarse) podrían verse afectados. Y, quizá, también podría interrumpirse la energía eléctrica en las ciudades luego de afectaciones importantes en el tendido eléctrico.
Lo que sí es un hecho es que el campo magnético de la Tierra no se comporta como se esperaba en esa región entre África y América del Sur.
Este campo no solo es dipolar (tiene dos polos), sino que forma un ciclo constante: las líneas magnéticas nacen en el polo sur, cruzan el planeta y se sumergen de nuevo en el polo norte.
Y, curiosamente, en la región donde se produce la anomalía, el patrón descrito anteriormente está invertido.
Por esta razón, a partir de ahora, los científicos tendrán que descifrar por qué se produce esta extraña peculiaridad, pero, sobre todo, determinar por qué razón la anomalía se está moviendo.
Al respecto, en una entrevista concedida al portal de internet Science Alert, uno de los investigadores que participó en las mediciones realizadas por las naves Swarm, Chris Finlay, de la Universidad Técnica de Dinamarca, mencionó que “normalmente esperaríamos ver líneas de campo magnético saliendo del núcleo en el hemisferio sur. Pero bajo la anomalía del Atlántico Sur vemos áreas inesperadas donde el campo magnético, en lugar de salir del núcleo, regresa a él”.
También mencionó que “la anomalía del Atlántico Sur no es un solo bloque, sino que está cambiando de forma diferente hacia África que cerca de Sudamérica”. Y hace hincapié en el hecho de que “algo especial está ocurriendo en esta región que está provocando un debilitamiento más intenso del campo”.
El hecho de que los científicos no comprendan del todo la complejidad de los procesos que tienen lugar en la Tierra nos lleva a reflexionar sobre lo difícil que resulta que la vida pueda surgir en el Universo, debido a que deben satisfacerse muchas variables, las cuales tienen que estar muy bien sintonizadas.
Quizá por ello aún no la hemos hallado, mucho menos vida inteligente como la nuestra.
Por otro lado, los investigadores tendrán que indagar con mayor profundidad sobre cómo los efectos magnéticos podrían impactar la vida en la Tierra si es que, algún día, los polos llegaran a invertirse, por lo que todavía queda mucho camino por recorrer.