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“La sociedad cubana del futuro necesita perdón y redención”: Leonardo Padura Naturaleza Aristegui

El escritor cubano reflexiona los hitos que han marcado la historia de su país en ‘Morir en la arena’, su nueva novela.

  • Redacción AN / HG
14 Dec, 2025 04:26
“La sociedad cubana del futuro necesita perdón y redención”: Leonardo Padura

Por Héctor González

Rodolfo llega a la recta final de su vida con varias heridas abiertas. Una tiene que ver con la guerra de Angola, otra con el asesinato de su padre por su hermano. A unos días de haberse jubilado, tiene la oportunidad de recuperar un viejo amor de juventud, pero al mismo tiempo descubre que su hermano parricida esta por salir de la cárcel.

¿Cómo conciliar el conflicto emocional que se le viene encima?, para conseguirlo revive varios de los episodios seminales de su país y de sí mismo.  Con 70 años recién cumplidos, Leonardo Padura (La Habana) publica Morir en la arena (Tusquets) una de sus novelas más explícitas en términos políticos y cuestiona la eficacia del proyecto revolucionario de su país, de cara a la hostil situación que viven los integrantes de su generación.

Hace poco lo escuché decir que cada que empieza una novela lee Conversación la catedral, de Mario Vargas Llosa, ¿lo hace como una especie de ritual?

Sí, se ha convertido en un ritual. Es una novela cuyo nivel es tan alto que uno puede decir “esa debe ser mi meta”, aunque de antemano se sepa que no puede se llegar a ese punto porque es una obra perfecta en todos los sentidos. Creo que Vargas Llosa es una gran lección a lo que uno debe aspirar. Siempre digo que he escrito la mejor novela que soy capaz de escribir, y si no es mejor es por falta de talento no de esfuerzo.

Morir en la arena me parece que solo la podría haber escrito ahora porque es una obra que tiene que ver con la madurez.

Tiene que ver con mi madurez, pero también con mi realidad. Habla del destino de una generación que es la mía y la de mis amigos. Habla de la lamentable situación en que la gente llega a la recta final de su vida. Una vez que alcanzan la edad en la que se les debería retribuir por lo que han dado a la sociedad, lo que reciben no les alcanza para vivir. Y entonces necesitan explorar estrategias de supervivencia diversas. Algunos personajes de mi novela reconocen que se convierten en hijos de sus hijos, porque ellos son quienes les ayudan a vivir, por eso dicen que deben tener FE (familiares en el extranjero). Me interesaba reflexionar sobre las consecuencias a las que hemos llegado.

¿Por eso hace un recorrido por al menos los últimos sesenta años de vida en Cuba?

Sí, a partir del presente empiezo a buscar las causas. Me voy a cuando éramos niños. Construyo dos personajes uno que de grande se convertirá en asesino y otro escritor, coinciden en la misma primaria e inician una amistad que dura toda la vida. Por medio de su relación hago un recorrido por hitos de una generación, incluida guerra de Angola. En la novela hay también una serie de posibles redenciones y una de ellas, es la del escritor que se va a atrever a contar la crónica de una derrota.

¿Esa derrota es la revolución?

Esa derrota es la vida de una generación. No sé si pueda considerarse que todo el proyecto cubano fracasó, porque esa misma generación disfrutó de varias cosas en su momento. Mi generación es mayoritariamente universitaria, por ejemplo. Sin embargo, después han visto como todo eso se derrumba y tienen que arañar la tierra para sobrevivir, a eso me refiero con la crónica de una derrota.

La guerra de Angola aparece como un trauma para uno de los personajes. ¿Qué representa ese episodio para su generación?

Por Angola pasan, según he oído, trescientos mil cubanos entre civiles y militares, yo fui uno de ellos porque estuve ahí un año como periodista civil. A un lado de mi cama tenía un fusil AK soviético y cuatro cargadores. Si pasaba algo tenía que convertirme en reserva del ejército. Fue una experiencia traumática como todas las experiencias militares. Aunque el resultado geopolítico fue una victoria porque después se produjo la descolonización de Namibia y el fin del apartheid en Sudáfrica, los traumas humanos y las muertes que se produjeron ahí permanecen. Para muchas personas fue una experiencia muy dolorosa. Actualmente las instituciones hablan de la parte heroica, pero a nivel social tengo la impresión de que a la gente ya no le interesa. La intensidad de la búsqueda por la supervivencia cotidiana borra muchas reflexiones posibles. La gente se ha vuelto más pragmática, a veces incluso más cínica, pero producto de la realidad que trato de reflejar en la novela.

¿Esta es una sus novelas más radicales en términos políticos?

La realidad se ha radicalizado tanto que la lectura política es cada vez más radical. No intento hacer política con mi literatura, pero no rehuyo las lecturas políticas. Mi novela El hombre que amaba a los perros tiene mucho contenido político de manera inevitable, pues Trotsky está en el centro de la historia, pero aun así intento que mi literatura tenga una visión social.

Pero tengo la impresión de que antes se cuidaba más de manifestar sus opiniones, incluso en las entrevistas. Ahora me parece más explícito…

Puede que tangas razón y sí sea más explícito, pero porque como te digo, la realidad se ha radicalizado. En El hombre que amaba a los perros, prácticamente todo está dicho sobre la perversión de la utopía igualitaria en un sistema y una sociedad. En Herejes hablo del precio que se paga por ejercer la libertad individual en todas las sociedades, pero específicamente en Cuba. De alguna manera mis últimas novelas tienen que ver con este proceso de deterioro y hay una evidente postura política, aunque no haya un ejercicio propagandístico expreso.

La novela plantea distintos tipos de redenciones…                                                                                                           

Sí, algunas son logradas y otras se quedan truncas. El personaje del escritor Raymundo Fumero se redimirá en la medida de que escriba lo que siente debe decir. Encontrar en el otoño de las vidas de las personas alicientes para redimirse, es otra variante. Pero hay una más que tiene relación con el perdón. Y vuelvo a la pregunta anterior, la redención y el perdón pueden tener una lectura política porque pienso que la sociedad cubana del futuro necesita mucho de ambas para poder armarse. El enfrentamiento y el rencor no ayudan a construir un país mejor. Cuba necesita mucho de perdón y redención.

¿Hay condiciones para esto?

Creo que en estos momentos no. La emigración cubana se ha polarizado mucho con su apoyo al gobierno de Trump y me parece que pagaran un precio por ello, al final son tan migrantes como los salvadoreños, los venezolanos o los afganos que están en Estados Unidos.

Pero este es un problema global.

Es verdad, hay una derecha cada vez más agresiva y revanchista. El establecimiento de los totalitarismos a través de canales democráticos es una realidad innegable. A la migración se le ha criminalizado con la finalidad de detenerla, pero esto solo sirve para atacar las consecuencias y no las causas. Las causas fundamentales de la migración en el mundo moderno son la pobreza y la violencia, es muy duro lo que pasa respecto a muchos temas, pero en lo personal me parece lacerante la situación de la migración.

¿Cómo escritor siente la responsabilidad de motivar la reflexión en este tema?

Como escritor tengo una responsabilidad civil en la medida de que desde el presente hago una memoria para el futuro. Todos los poderes esquilman la memoria y preferencian las cosas que los avalan. En mi novela anterior Personas decentes, hablo mucho del fenómeno que sufre Fumero en Morir en la arena, me refiero a la represión cultural que se vivió en Cuba durante los años setenta y de lo cual se habla muy poco porque los métodos cambiaron, pero la esencia de esa política cultural se mantiene. Si no escribes lo que se supone debes escribir no tienes manera de publicar en Cuba. Creo que hablar de esto es una contribución, porque sí me parece que la literatura tiene un papel social. No pienso que una novela tumbe un gobierno, pero sí creo que nos ayuda a entendernos mejor. Ya lo dice Milán Kundera: la esencia del género es la indagación en la condición humana, y la condición humana es eterna pero también está marcada por los contextos históricos en los que se expresa.

Usted es víctima de esos mecanismos culturales, sus libros no circulan en Cuba.

Varios de mis libros se han publicado, pero estos últimos no. Me dicen que no hay papel, eso es verdad, pero tampoco hay mucha voluntad. Me parece una pena que mi libro anterior Ir a La Habana, no se pueda leer en mí país. La gente busca alternativas para conseguirlo por medio de vías digitales o piratas. Sufro un proceso de invisibilización en la sociedad cubana. Hace como cinco años en la Feria del Libro de la Habana se presentó una edición en braille de una de mis novelas, y dije en público: estamos llegando a la perfección, va a ser necesario tocarme para saber que existo.

¿Después de esta novela cómo se define ideológicamente?

Nunca me he movido de una heterodoxia esencial. Tengo una definitiva inclinación por un pensamiento de izquierda, nunca podría ser de derecha porque negaría mi esencia.

¿Cómo entiende la izquierda?

Como un pensamiento en el que uno intenta que la sociedad pueda vivir en un máximo de libertad, con un máximo de democracia. Ojalá que eso que pienso sea la izquierda y no una utopía.

 

 

 

 

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