“Soy una escritora atenta a lo que pasa en su sociedad”: Claudia Piñeiro 
La escritora argentina habla de su nueva novela ‘La muerte ajena’.
- Redacción AN / HG

Por Héctor González
“Quienes escribimos novelas policíacas en realidad hacemos literatura social”, dice la narradora argentina Claudia Piñeiro (1960). Desde hace veinte años con obras como Las viudas de los jueves, algo que ha distinguido su trabajo es el diálogo permanente con su presente. Las maldiciones, Catedrales y El tiempo de las moscas, son ejemplos de obras a través de las que se puede tomar el pulso no solo de su país, sino también de América Latina.
En la misma línea podríamos inscribir, La muerte ajena (Alfaguara), su obra más reciente y en la cual parte de la muerte de una joven que se dedica al trabajo sexual VIP para poner bajo la lupa la forma en que el poder político manipula a las mujeres.
No es la primera novela en que hablas de la muerte o la desaparición de una chica, ¿qué te mueve de estos temas?
Me cuesta contestar esta pregunta porque cuando empiezo una novela lo que tengo es una imagen disparadora. En Catedrales era una chica que entraba mojada a una iglesia en espera de un reparo que no llega, aquí la imagen es más explícita porque es una mujer que cae de un piso en Argentina. El origen está en un caso real que todavía no se ha resuelto, sin embargo, mi novela no tiene relación alguna con la noticia. Además, no es la primera vez que cae una mujer de una ventana en condiciones confusas en mi país, en la mayoría de estos hechos, se trata de mujeres relacionadas de alguna manera con el poder. No obstante, para mí, en un principio es una novela sobre dos hermanas. Una es una periodista que se entera de que su hermana desconocida se acaba de caer de un edificio, a partir de esto descubre que se dedicaba al trabajo sexual VIP. ¿Por qué me interesan estos temas?, no sé. Soy una escritora atenta a lo que pasa en su sociedad, todas mis novelas son muy contemporáneas y con componentes sociales.
Si bien la prostitución es un tema, creo que la novela en sí es sobre el poder.
Tienes razón, habla de cómo el poder usa a las mujeres para cumplir sus fines. En mí país, todo el tiempo se denuncia en el Congreso que determinadas mujeres del partido gobernante vienen del trabajo sexual, eso no tendría que ser un problema si hablamos de mujeres preparadas para ejercer su cargo, el tema es que suelen ser chicas a quienes no les interesa la política, sino que están ahí porque un señor las pone ahí. Van al Congreso hipersexualizadas y a votar las leyes que les indican. Es un tema complicado, sobre todo desde el feminismo porque hay que respetar a estas mujeres y desde el punto de vista ciudadano, estamos ante un Congreso que deja mucho que desear, aunque también hay muchos diputados que no tienen idea de nada.
Aunque en Argentina se debate si quien está detrás del poder es Karina Milei…
Ese es un caso muy particular, yo creo que detrás del poder están grupos importantes económicos, pero es verdad que la hermana maneja muchas cosas de la política. Nuestro presidente tiene muchas debilidades y por eso necesita la contención que le aporta la hermana. Supongo que ella también es manipulada por alguien más.
¿El presente político de tu país te estimula para escribir ficción o es muy pronto todavía?
Esta novela tiene mucho que ver con la forma en que ejerce el poder el partido que está alrededor del presidente. Hablo de la Ley de Cupo que establece los espacios que se necesita cubrir con mujeres, al no tener una tradición de incluir mujeres, muchas veces se toman chicas que vienen del trabajo sexual. El libro habla también de un montón de chicos que a partir de la pandemia quedaron muy encerrados en su mundo privado conocidos y que son conocidos como incels, y que ahora trabajan como haters o trolls al servicio del gobierno actual. Es decir, la novela ya trae algo de inspiración de lo que nos pasa. Mi próxima obra tendrá también algo del clima de esta época, aunque no nombre de manera explícita al presidente.
Al principio de la novela tienes un epígrafe de Twenty One Pilots, me da la impresión de que piensas en los lectores jóvenes cuando escribes, ¿es así?
Escribo pensando en un lector, no soy de los autores que dicen que escriben para sí mismos. Para mi la literatura es un acto de comunicación, no obstante, no sé quién es mi lector. En Argentina tengo lectores de edades diferentes, pero sí debo reconocer que una característica mía es indagar en lo que ven, leen o escuchan los jóvenes. Me interesa saber qué piensan. Tengo amigas mucho más jóvenes que yo, y a veces no me siento tan grande. Edward Said, en su libro El estilo tardío, donde estudia los últimos momentos de producción de escritores y músicos, los divide entre quienes en los últimos años piensan en su obra completa y su legado, y quienes hasta el final buscan encontrar cosas distintas, aunque hagan algo fallido, esta es la búsqueda que me interesa, quizá de ahí viene tu percepción.
¿En esa búsqueda cómo percibes si hiciste algo bien o si fallaste?
De acuerdo con la recepción que ha tenido la novela en Argentina, España y México, podría decirte que esta salió bien. No sé que pasará con la próxima, pero al menos lo intentaré. Estoy preparada para que alguna salga mal.
¿Eres muy autocrítica?
Soy tremenda, por eso intento evitar releer mis libros. Siempre encuentro algo que pude haber hecho mejor. Por ejemplo, en esta novela hay algunas referencias muy directas a la realidad. Creo que podría haber sido más sutil, por ejemplo, en el caso de los incels. Si bien yo escribí la historia hace tres años, después de ver la serie Adolescencia, ya nos quedó a todos claro lo que son.
En la primera línea de la novela leemos, “Amanece, siempre amanece”, a pesar de lo que viene después ahí algo de luminosidad.
Hasta en las novelas más duras que he escrito, siempre hay un personaje que tiene una mirada esperanzadora. En lo personal creo que estamos en uno de los peores momentos de la humanidad, es cuestión de ver el odio o las violaciones a los derechos de las minorías, no obstante, creo que esto pasará.
¿Qué te hace tener esperanza?
En mí país suelo ir a actos de resistencia y ver a la gente en la calle me hace pensar que podremos volver a armar una sociedad más inclusiva y solidaria.
¿Por qué la prostitución genera tanta polémica dentro del feminismo?
Está muy en discusión, como ya dije, la novela más que hablar de la prostitución muestra cómo el poder económico y político hace uso de las trabajadoras sexuales para otros fines, como el espionaje. No quería juzgar a quienes hacen ese trabajo. En el feminismo hay una discusión abierta entre las abolicionistas y las regulacionistas. En lo personal, la prohibición me parece algo utópico, creo que el punto de vista de las trabajadoras es esencial. En el decirles que tienen que hacer hay un sesgo paternalista o maternalista. Me gustaría que el trabajo digno fuera accesible para todos, pero es verdad que hay chicas prefieren ganar buen dinero subiendo fotos en Onlyfans, que ganar poco limpiando oficinas.
Tu novela es un ejemplo de cómo la novela policíaca es realismo puro en América Latina.
En Latinoamérica es imposible imaginar a un detective perfecto, como Poirot o Wallander. Quienes escribimos novelas policíacas en realidad hacemos literatura social, por eso muchas veces quienes investigan son periodistas, familiares o activistas. Lo que más interesa dentro de la novela negra latinoamericana no es quién es el asesino, sino lo que hay detrás del crimen. Durante este siglo se han trastocado valores como la verdad, decía Rodolfo Walsh, “si no podemos tener justicia, al menos aspiremos a la verdad”, hoy desgraciadamente no tenemos ni una ni la otra, por eso me interesa preguntarme, sin justicia ni verdad, qué nos queda. La verdad no tengo respuesta.