“Francamente sí me considero un hombre equilibrado”: Eduardo Terrazas 
El artista de 88 años presenta en el Marco de Monterrey su exposición ‘Equilibrio múltiple’, a través de la cual hace un recorrido por su trayectoria.
- Redacción AN / HG

Por Héctor González
¿Es posible resumir más de cincuenta años de carrera en una retrospectiva? Cuando se trata de un artista prolífico como Eduardo Terrazas (Jalisco, 1936), el ejercicio es todo menos sencillo.
Diseño, arquitectura, pintura, instalación, son formatos y expresiones por las que ha transitado quien tuvo a su cargo la creación del logotipo de los Juegos Olímpicos de México en 1968.
A unos días de viajar a Londres para presentar una exposición, Terrazas habla con Aristegui Noticias a propósito de Equilibrio múltiple, la muestra que tras su paso por el Palacio de Bellas Artes llega al Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey y que da pie a conversar sobre sus orígenes, maestros y su proceso creativo.
¿Qué sensación el produce ver cincuenta años de trabajo en una retrospectiva?
Me permite tener una visión de toda una vida dedicada a las artes. Comencé desde muy joven y nunca me imaginé llegar a una situación como en la que estoy ahora. Para mí ha sido muy importante reflexionar alrededor de los diferentes eventos y experiencias que he vivido. Gracias a la vida que me ha dado la posibilidad de tener un sinnúmero de experiencias, la mayoría muy positivas. Uno nunca sabe qué es en realidad lo que busca hasta que empieza a reflexionar sobre el pasado.
Usted viene de una familia vinculada con el arte y sus hijos también lo están. ¿Qué ha encontrado en el arte como forma de vida?
El arte se absorbe poco a poco, no es algo inmediato. Mi mamá estudió pintura en Estados Unidos y era un goce dibujar con ella, no obstante, nunca me imaginé como un artista sobresaliente, simplemente lo hacía por convivir con ella. Estudié en San Carlos, cuando todavía estaba en Zócalo y la experiencia fue fantástica, la plancha todavía tenía palmeras; lo recorrimos a caballo. Después, en 1954, ya estaba Ciudad Universitaria, una de las obras de arquitectura y urbanismo más formidables del siglo pasado.
¿Quiénes eran sus compañeros de generación?
Mis profesores fueron Villagrán García, Augusto Álvarez, Ramón Marcos, Ramón Torres, Pedro Ramírez Vázquez. Villagrán García conocía toda la teoría de la arquitectura y era muy elocuente, eso me permitió tratar de encontrar el fondo de lo que uno estudia o aquello a lo que le llaman la sabiduría de las cosas.
¿Se alcanza la sabiduría?
No, uno nunca sabe si la tiene o no, es algo que se va encontrando poco a poco. Ahora se que la matemática o la geometría son más que números y se encuentran en toda la naturaleza.
¿Cómo llega al color?, ¿tiene alguna teoría del color?
Hay teorías científicas alrededor del color. Los colores son la luz y se manifiestan de diferentes maneras. Tuve la oportunidad de trabajar con Fernando Gamboa en Leningrado en 1961, él tenía una exhibición llamada Obras maestras del arte mexicano, había arte prehispánico, colonial, moderno y un gran espacio para las artesanías, para mí era un goce ver sus colores, ahí fue cuando aprendí a valorarlo.
Hay teorías de psicología vinculadas al color…
Es verdad, pero para mí el color no es una cuestión psicológica, sino una adecuación de lo que quiero expresar, ya sea algo alegre o sombrío.
Esta exposición lleva por nombre Equilibrio múltiple y la geometría tiene mucho de esto.
Exacto, no solamente la geometría tiene equilibrio, también las matemáticas y los colores lo tienen. El equilibrio es una expresión de las cosas de la vida. Tengo una serie llamada “La posibilidad de una estructura”, la comencé en 1972 con el nombré de “Cosmos”, hasta ahora he realizado 650 obras a partir de aquella estructura.
¿Se considera un hombre equilibrado?
¡Ah caray!… Francamente sí me considero un hombre equilibrado, he tenido muchas experiencias. Con Federico Gamboa viajé a Leningrado, Varsovia y París; colaboré con Candilis, un arquitecto que trabajó con Le Corbusier; trabajé en Londres, en Roma, Nueva York; fui profesor en la Universidad de Columbia. Di conferencias en India sobre la arquitectura vernácula, estuve en África. Cada experiencia te marca.
A usted le han tocado varios momentos de transición, la arquitectura o el diseño no son los mismos que cuando usted empezó.
A lo largo de mi vida me ha tocado ver como el modernismo fue durante una época lo básico. El arte abstracto llegó con Mondrian, Kandinsky y el Bauhaus. Le Corbusier empezó con las ciudades geométricas y equilibradas, a partir de entonces se empezó a pensar en los elementos de construcción como parte del urbanismo de una ciudad. Picasso jugó con la geometría y eso me impresionó. Más adelante llegó el Pop Art de los norteamericanos y de inmediato influyó en Europa. Me ha tocado ver cómo cambia el mundo y las manifestaciones culturales.
Tengo la impresión de que usted siempre ha tenido un pie fuera de la tradición de la plástica mexicana, ¿es así?
Es cierto, pero de alguna manera mi experiencia con Federico Gamboa me influyó mucho. El logotipo de la Olimpiada en México 68 es geometría pura porque es la sobrexposición de los tres círculos del 68 con los cinco círculos de los Juegos Olímpicos, pero para llegar a eso me inspiré en una tabla huichola que utiliza hebras de lana, es decir, es una mezcla de la cultura mexicana con el up art. Por un lado, estoy en el escenario internacional pero también en el mexicano.
El 68 le dio una dimensión internacional a su trabajo, ¿no?
Sí fue un evento muy importante en mi vida. Me involucré por invitación del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, desde le principio la relación fue fantástica, era alguien que sabía hacer equipos. Cuando regresé de Europa le pedí trabajo y me lo dio en Nueva York para hacer el pabellón de México en la Feria Mundial, trabajé en eso un año y medio, pero me quedé allá un tiempo más con el artista George Nelson, en eso estaba cuando Ramírez Vázquez me buscó para trabajar en el proyecto de los Juegos Olímpicos. Creo que conseguimos combinar nuestras tradiciones con el arte mundial.
Un poco al margen, ¿qué pensaba de las movilizaciones estudiantiles de aquellos años?
Nosotros estábamos muy metidos en nuestro trabajo. Pepe Revueltas trabajaba con nosotros haciendo los textos de los programas culturales; Juan Vicente Melo, Juan García Ponce, Jorge Ibargüengoitia, Huberto Batis, todos estaban con nosotros. Fue una gran expresión de lo que era México.
¿Era simpatizante de los estudiantes?
Tenía tres años fuera de México y llegué a trabajar en la olimpiada, de modo que no tenía mucha idea de las manifestaciones. Estaba muy concentrado en el trabajo y creo que nuestro trabajo era muy adecuado para colocar e México en el panorama mundial.
¿Hay algún proyecto del que se sienta orgulloso?
Cada proyecto tiene su encanto y sus dificultades. En Monterrey puse en transparencias el edificio que hice en Cintermex, le voy a contar cómo lo hice. A partir de lo que aprendí y vi en Milán le propuse al gobierno hacer un centro de exhibiciones industriales y les pareció interesante, así fue como nació el centro de exhibiciones de 64 mil metros cuadrados de construcción.
¿Cómo se lleva con conceptos como posteridad o legado?
Uno solo intenta hacer lo mejor posible su trabajo con el objetivo de dar algo la comunidad, sus amigos o familia. El legado es lo que la gente extrae de lo que uno hace.
¿Se ha quedado con ganas de hacer algo?
Tuve la exhibición en Bellas Artes, ahora la muestra está en Monterrey. La próxima semana tengo una exposición en Londres con trabajos recién salidos del horno, a finales de agosto expongo en Copenhaguen. Mi galería Proyectos Monclova, me lleva a muchas ferias de arte, ese es mi panorama para este año.
Ni por asomo piensa en la jubilación…
No existe para mí la jubilación.