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¿Qué es el 30x30 y por qué México debe invertirle? Naturaleza Aristegui

El mayor obstáculo para alcanzar el 30x30 no es técnico, sino político y financiero. Proteger la biodiversidad requiere recursos estables, previsibles y a largo plazo.

  • Redacción AN / ARF
12 Nov, 2025 14:27
¿Qué es el 30x30 y por qué México debe invertirle?
Foto: Biocultural Kaxil Kiuic

Por Pilar Jacobo, Andrea Lara, Rosa del Carmen Luege y María José Villanueva*

En un planeta confrontado por una crisis climática y de biodiversidad sin precedentes, la Meta 3 del Marco Mundial para la Biodiversidad Kunming-Montreal, conocida como Meta 30×30, emerge como un faro de esperanza. Este objetivo internacional busca que, para 2030, los países conserven efectivamente al menos el 30% de la tierra, los cuerpos de agua y los océanos.

México, uno de los países más megadiversos del mundo, tiene la oportunidad y la obligación moral y estratégica de liderar este impulso global. Sin embargo, alcanzar esta meta enfrenta desafíos sistémicos que requieren acciones inmediatas y decididas.

El valor de lo intangible

Las Áreas Naturales Protegidas (ANP) son mucho más que paisajes hermosos: constituyen nuestra infraestructura vital. Generan agua, regulan el clima, protegen contra huracanes y sostienen la producción de alimentos. Pese a ello, su conservación sigue siendo marginal en la agenda nacional. Actualmente, apenas el 14.39% del territorio terrestre y menos del 24% del mar están bajo protección en México, cifras insuficientes frente a la meta del 30%.

El rezago es alarmante. Según Global Forest Watch, en las últimas dos décadas, México perdió 4.89 millones de hectáreas de cobertura forestal, incluyendo bosques primarios irrecuperables. Esto acelera el cambio climático y profundiza la crisis hídrica: el 42% de los acuíferos están sobreexplotados, y desde 1950, la disponibilidad de agua per cápita se ha reducido en un 80%.

La Meta 30×30 también impulsa mecanismos como las otras medidas efectivas de conservación (OMEC) y fomenta la corresponsabilidad sectorial para mantener y fortalecer espacios conservados, reconociendo que su gestión efectiva requiere un trabajo conjunto y estrategias innovadoras.

El desafío del financiamiento

El mayor obstáculo para alcanzar el 30×30 no es técnico, sino político y financiero. Proteger la biodiversidad requiere recursos estables, previsibles y a largo plazo. Actualmente, México destina apenas el 0.7% de su gasto público en protección ambiental, mientras que los costos por degradación ambiental equivalen al 4.6% del PIB. La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), por ejemplo, opera con recursos limitados, dependientes en buena medida de fondos internacionales y esquemas innovadores.

Modelos como los Proyectos de Financiamiento para la Permanencia (PFP), ejemplificados en iniciativas como Herencia Colombia, han demostrado que es posible movilizar recursos y voluntades a largo plazo en favor de la conservación. México puede replicar estas experiencias, fortaleciendo sus mecanismos de financiamiento y asegurar que las ANP cuenten con las herramientas necesarias para cumplir su función.

El camino hacia la conservación efectiva

Proteger el 30% del territorio no basta si no se acompaña de acciones en el resto del país. Es fundamental realizar una inversión real, priorizando presupuestos para las ANP, vinculándolos a resultados medibles y apoyándose en mecanismos innovadores de financiamiento. Además, la gobernanza participativa es clave, incluyendo a comunidades indígenas y locales que, con liderazgo y beneficios tangibles, han demostrado ser aliados en la conservación. La Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca es ejemplo de ello, con esfuerzos de reforestación y lucha contra la tala ilegal.

Asimismo, alianzas cruzadas —sector privado, cooperación internacional, y diferentes actores sociales— deben sumarse para amplificar el impacto. La calidad en la gestión, la conectividad ecológica y la representatividad de ecosistemas son indispensables para que las ANP no sean “parques de papel”, sino nodos de un mosaico interconectado que fortalece la resiliencia ecológica.

México hoy cuenta con una Hoja de Ruta que para lograr el 30×30, que se construyó participativamente y donde se proponen acciones concretas que fortalecen la planificación territorial, impulsando la colaboración entre niveles y sectores de gobierno, fomentando alianzas. Lo que urge es la voluntad política para implementarla.

Más allá de las áreas protegidas: la integración del territorio

El logro del 30% no será sostenible si el otro 70% del territorio se degrada. Las áreas protegidas dependen de un entorno saludable: prácticas sostenibles, planeación territorial inteligente y corredores ecológicos deben complementar su protección. La fragmentación de ecosistemas, causada por actividades humanas, reduce su capacidad de recuperación.

Este reto requiere liderazgo en todos los niveles de gobierno y la participación activa de comunidades locales. Solo mediante una gestión integral, que combine conservación y desarrollo sostenible, será posible garantizar una verdadera protección de la biodiversidad.

La última llamada: actuar ahora

El tiempo de los diagnósticos ya pasó. Si México no actúa de inmediato, no solo perderá especies y ecosistemas únicos, sino también los servicios indispensables que la naturaleza provee, los cuales sustentan la vida, la economía y el bienestar social. La Meta 30×30 no es un mero objetivo romántico, sino un piso mínimo para asegurar un futuro habitable para las próximas generaciones.

El llamado es a unir esfuerzos, recursos y voluntades para lograr—y superar—esta meta. La conservación de la naturaleza no es una opción adicional, sino la base de nuestra existencia. Implica revalorizar nuestra relación con el territorio, reconociendo que el bienestar humano está estrechamente ligado a ecosistemas sanos y resilientes.

Es fundamental que los gobernantes prioricen la protección ambiental, que el sector privado vea en la conservación una inversión estratégica y no solo una acción filantrópica, y que como ciudadanos tomemos conciencia y participemos activamente en este proceso. Cada acción cuenta.

El año 2030 está a la vuelta de la esquina. La pregunta crucial es: ¿estamos a la altura del desafío? La respuesta dependerá de nuestra capacidad para actuar ahora, con audacia, visión y compromiso, para que México sea referente en conservación, garantizando un futuro sostenible y justo para todas y todos.

*Pilar Jacobo, Andrea Lara, Rosa del Carmen Luege y María José Villanueva, forman parte de la dirección de impacto en conservación de WWF México.

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