El cometa 3I/ATLAS se está acercando al Sol: nuevas pistas sobre el agua en el Universo 
Un grupo de investigadores, a partir de observaciones del telescopio Swift de la NASA, ha confirmado que el cometa interestelar 3I/Atlas, que ha sido objeto de debate, contiene grandes cantidades de agua.
- Redacción AN / MDS

Por Julio García G. / Periodista de Ciencia
El primero de julio de este año, un sistema de vigilancia robotizado, que se utiliza para detectar objetos que pueden representar un peligro para la Tierra –me refiero al telescopio ATLAS de Chile– descubrió un cometa proveniente de fuera del sistema solar que atrajo la atención no solamente de la comunidad científica, sino también de aquellos quienes son promotores y seguidores de las teorías de la conspiración y las pseudociencias.
Estos últimos han llegado a afirmar que este cometa, denominado 3I/ATLAS, es una nave espacial que se acerca a la Tierra y cuya finalidad, la de los seres extraterrestres que vienen en ella, es comunicarse con nosotros, hacer algún tipo de contacto que no se sabe si será hostil o no.
Evidentemente, nada está más alejado de la realidad porque, gracias a todo el arsenal de telescopios y naves espaciales que los seres humanos hemos desplegado en el espacio a lo largo de décadas, ahora es posible no solamente identificar la presencia de un objeto, sino también determinar su composición química, su velocidad y su trayectoria, es decir, si puede representar o no un peligro para la Tierra.
En el caso del cometa 3I/ATLAS, éste pasará a varios millones de kilómetros de nuestro planeta en su camino hacia el Sol, por lo que no hay nada de qué preocuparse por el hecho de que colisione.
Por otro lado, conforme han pasado las semanas desde aquel primero de julio, los científicos no tienen la menor duda de que 3I/ATLAS es un cometa que, efectivamente, proviene de más allá del sistema solar –quizá de la estrella Próxima Centauri, que es la más cercana a la Tierra después del Sol, se encuentra a 4 años luz– y que está formado por elementos químicos similares a los de otros cometas interestelares, como Oumuamua y Borisov. Por consiguiente, los elementos químicos básicos de los que surgió la vida en nuestro planeta podrían estar desperdigados por todo el Universo.
En lo que concierne a sus características, se ha podido detectar, recientemente, que contiene agua (pierde agua y otros materiales a una velocidad de 40 kilogramos por segundo).
Esto ha sido posible determinarlo a partir de una débil señal ultravioleta que sugiere que la luz solar está calentando pequeños granos del hielo liberados del núcleo del cometa. Una vez que estos granos se calientan, subliman y liberan vapor de agua que alimenta la nube de gas que lo rodea.
Lo que ha causado un poco de sorpresa e incertidumbre entre la comunidad astronómica es que la distancia a la que fue observada el agua en estado de vapor no coincide con lo que sucede con otros cometas, es decir, el agua se vaporiza mucho más rápido de lo que se ha observado en otros casos. Que el agua se vaporice depende de que tan cercano esté uno de estos objetos con respecto al Sol.
Ahora bien, para determinar la presencia de agua en 3I/ATLAS, los científicos lograron advertir, mediante el Observatorio Swift de la NASA, cómo la radiación ultravioleta del Sol afectó a una molécula presente en el cometa, llamada hidroxilo, la cual está formada por un átomo de oxígeno y otro de hidrógeno. Dicha molécula, en la Tierra, forma alcoholes y fenoles, entre otros compuestos orgánicos. En el espacio, está presente en algunos cometas y, aunque el hidroxilo no es agua, se forma a partir de ésta y es un fuerte indicio de su presencia.
Cuando la radiación ultravioleta del Sol descompone moléculas de agua, produce hidroxilo y átomos de hidrógeno. Por lo tanto, la presencia de hidroxilo es un fuerte indicativo de que en algún objeto lejano hay presencia de H2O.
De lo dicho anteriormente surge la siguiente pregunta: ¿Por qué el hidroxilo puede formarse en sitios donde la radiación ultravioleta es tan débil, cuando, por ejemplo, un objeto está a millones de kilómetros del Sol?
La respuesta podría ser que quizá el agua es más sensible a la radiación ultravioleta de lo que hasta ahora se creía o que 3I/ATLAS, en su viaje hacia la Tierra, fue vaporizando agua (si es que realmente proviene de alguna estrella cercana como Alfa Centauri). Éstas, evidentemente, son hipótesis y la verdad aún se desconoce.
Con respecto a las experiencias que los astrónomos han tenido con otros cometas interestelares, éstos se han encontrado con cuestiones parecidas que con 3I/ATLAS, en el sentido de que, también, han encontrado peculiaridades que desafían la lógica y las reglas escritas de lo que es un cometa.
Por ejemplo, en el caso de los otros dos famosos cometas interestelares, Oumuamua y Borisov, el primero es muy seco (casi no contiene agua), mientras que el segundo es rico en monóxido de carbono.
Así, los científicos podrían enfrentarse a la necesidad de replantearse los modelos en torno a la composición química de aquellos cometas que se salen de la norma.
Por otro lado, en el caso de 3I/ATLAS, y debido a la distancia, desde el pasado 30 de septiembre ya ha dejado de ser detectable para la nave Swift; aunque ésta ha podido determinar que actualmente se encuentra a 30 millones de kilómetros de Marte.
Se espera que en unos meses se acerque al Sol y, para realizar observaciones precisas, la sonda JUICE de la Agencia Espacial Europea, que actualmente se encuentra explorando Júpiter y sus lunas, aprovechará su posición para realizar observaciones adicionales, tras su acercamiento con el Sol, de 3I/ATLAS.
Desafortunadamente los datos que envíe llegarán lentamente a la Tierra, por lo que se espera que sea hasta febrero de 2026 cuando se empiece a recibir información.
La aproximación de un cometa interestelar al Sol es sumamente relevante para los astrónomos porque les permitirá observar a 3I/ATLAS en plena actividad, es decir, tendrán la oportunidad de analizar cómo convierte gran parte de su núcleo en vapor de agua y, a partir de ello, podrán determinar con mayor precisión su composición, lo cual resulta de gran relevancia para hacer un comparativo entre las similitudes y diferencias existentes entre los cometas que se forman en el sistema solar y los que vienen de más allá.
La presencia de estos cometas que provienen de otros sitios del Universo debe servir para reflexionar sobre el papel que la ciencia juega para darle sentido a la realidad.
Y es que la ciencia, afortunadamente, se apoya en la observación y la comprobación, en el aprendizaje de sus propios errores para construir conocimiento y avanzar, y no en especulaciones como las que cobijan las pseudociencias que solamente confunden a la sociedad. Estas últimas no suelen construir conocimiento a partir de la experiencia, sino a partir de creencias que en la mayoría de las ocasiones carecen de sustento y de verdad.