El hijo de las ratas —perdón, erratas— (Reseña) 
El narrador James Nuño publica su nueva novela 'Cazador de erratas'.
- Redacción AN / HG

Por Alfredo Carrera
Ayer por la noche terminé de leer Cazador de erratas, ese sintagma con el que en España se refieren a los correctores de estilo, a los que van detrás de los errores para enmendarlos. En el título de la segunda novela de James Nuño (Guadalajara, 1984) han sido tachadas las primeras dos letras: ¿Cazador de ratas? Sucede con otros títulos del autor como Los no muertos: es una prevención al lector sobre la lectura. No será un viaje tranquilo. Nuño se adhiere a César Aira: construye juguetes literarios para adultos.
Escribo que ayer en la noche terminé de leer. Podría ser la noche de un lunes o martes laboral, porque el final de la novela, como le pasará a muchos, me hermanó con el protagonista involuntario de la historia: Jeff Medina. ¿Medina como el escritor jalisciense Dante? Sí. Además, Jeff es uno de tantos ingenuos que egresan de la licenciatura en Letras Hispánicas cada año, por lo que de algún modo sí estarán emparentados. Un lejano sobrino del prolífico autor, que antes de escribir abandonó sus ganas de escribir.
La historia es la misma que la de cualquier egresado de esas carreras de Humanidades, esas de las que siempre nos burlamos los que estudiamos una de ellas. La novela anida en una facultad de futuros desempleados. Ese centro de estudios arroja al muy entusiasta Jeff al país del “¡sí se puede!”. El egresado resulta ser uno de esos jóvenes que viven con ganas de demostrar a su progenitor que puede domar el mundo y evadir los golpes. La realidad es que no es posible. Será obvio para el lector que las dificultades ya existentes para conseguir un empleo más o menos digno complican todo: las relaciones de pareja, las familiares, la estabilidad emocional y cada uno de los días.
El protagonista de Cazador de erratas tiene una familia disfuncional de clase baja, con un padre extrañamente lector, una madre entregada y un par de hermanos odiosos. Jeff tiene a su Bea que tampoco sabe cómo mantener una relación de pareja, como cualquier millenial. En fin, ¿y cuál es el asunto?, un error, una errata, un anuncio económico como ya no existe hoy mal escrito y mal interpretado. Jeff, en la precariedad laboral de todos los humanos (los que estudiaron Humanidades) acepta sin cortapisos las ofertas que llegan considerando la paga antes de las labores. Una bola de nieve que James Nuño logra mantener hasta el final construyendo una historia con distintas técnicas y modos narrativos: juega para que el lector se distraiga en las desgracias.
Cuando le preguntan a Dante Medina sobre la escritura de algunos de sus libros hace referencia a los retos como autor: cuando te cueste trabajo recordar los personajes, escribe una novela con cien personajes; cuando te cuesta trabajo escribir diálogos, sólo usa diálogos. La novela de Nuño está llena de estos esfuerzos de darle al lector un juego literario sofisticado que lo saque de la narración lineal.
Nuño nos lleva de la mano del cazador de erratas a conocer su mundo, pero principalmente al extraño universo de una secta. Podría ser también un culto, como lo que sucedía a finales de los noventa, inicios de los dosmiles, con el fenómeno Bolaño y sus detectives salvajes. Había lectores que podían llegar a los golpes por defender alguna idea sobre Belano o Lima. Construye una parodia del libro de cuentos El libro de arena y nos mete en ese universo de infinitas páginas.
Lo que inició en Los no muertos y afinó en el libro de cuentos Inundaciones, Nuño lo matiza. Atrapa, entretiene y divierte con una breve novela que generará, seguramente en un futuro cercano, la creación de una secta que tenga por dioses a las ratas y a los mayores errores humanos, o las confusiones de las palabras. Espero que sea una premonición para que la vida de los egresados de Humanidades sea intensa, arriesgada y se aleje de las aulas de colegios, salas de redacción y esos otros lugares en los que moriremos de aburrimiento.
* James Nuño. Cazador de erratas. Textofilia Ediciones, 2024.






