‘Concierto para otras manos’, un documental sobre la posibilidad de conseguir lo que parece imposible

Por Héctor González

David González Ladrón de Guevara nació con el síndrome Miller, tiene cuatro dedos en cada mano y en cada pie, además no puede cerrar los párpados por completo y sus conductos auditivos son tan pequeños que no escucha bien. Esta condición no le impide querer seguir los pasos de su padre, José Luis, quien se desempeña como director de orquesta.

El empeño de David marca el tono de su relación, toda vez que su padre y maestro, en principio considera inviable que su hijo se dedique a la música. La crónica de su historia es lo que cuenta Concierto para otras manos, un documental de Ernesto González Díaz que compite por el Premio Ariel y que recién se estrena en las salas mexicanas.

¿Cómo nace Concierto para otras manos? ¿Cómo llegas a José Luis y David?

Durante mi infancia y adolescencia estudié música, en concreto piano. Desde hace tiempo tenía la intención de hacer un proyecto vinculado con pianistas. En esas estaba cuando uno de mis socios conoció a David y a sus papás, quienes en ese momento estaban buscando a alguien que grabara un concierto que iban a presentar. Mi amigo me contactó con ellos. Fui a uno de los ensayos y me impactó profundamente ver a David, un joven con características físicas distintas a cualquiera otra persona que yo hubiera visto antes, tocando el piano de una forma tan emotiva y con tanto virtuosismo. Ahí mismo estaba José Luis, su maestro y padre. Me pareció muy interesante la dinámica entre ambos, ver como José Luis le exigía, como a cualquier músico profesional sin ningún tipo de condescendencia. Una vez que conocí su historia les propuse hacer el documental.

Cuando llegas, ellos ya tenían un camino andado de colaboración.  ¿Cómo fue para ellos recordar cómo se gestó ese tipo de relación?

Para ellos supuso escarbar en la memoria. Hicimos muchas entrevistas y les pedí que recordaran qué significaba para ellos la música en lo individual y luego en conjunto. El hecho de repensar todo eso desde otra óptica les pareció retador y a la vez enriquecedor. Los confrontó con cosas que a lo mejor ya tenían asumidas, pero que era necesario para que su historia conectara con cualquier persona.

Es interesante como la sensibilidad de David termina por retroalimentar la enseñanza de su padre. ¿En qué momento viste que David podría convertirse en maestro de José Luis?

Surgió conforme los iba conociendo. En un primer momento los empecé a frecuentar viendo sus presentaciones. Ahí me enteré de aspectos de su historia en los que conforme entré a su cotidianidad pude profundizar. José Luis viene de una formación de música clásica muy estricta y con parámetros muy definidos, él creía saber todo de la música y entonces nace David con unas características que parece que son todo lo contrario de lo que se necesita para ser un pianista. Sin embargo, su deseo de tocar el instrumento confronta a su papá quien no lo cree posible. Su insistencia y el apoyo familiar ocasionan que José Luis cambie y rompa paradigmas. Al final abre su mentalidad y entiende que lo que parecen limitaciones en realidad son nuevas posibilidades para hacer las cosas de otra manera.

Al punto que compone un concierto específicamente para David, lo que también reconfigura su relación padre-hijo.

Sí, después de varios años, José Luis decidió componer un concierto para piano y orquesta dedicado especialmente para su hijo y diseñado con una técnica que le permitiera a David ser un pianista profesional. Un concierto para piano con orquesta es algo muy complejo que no cualquier intérprete es capaz de tocar, pero en esta obra encontramos toda su historia compartida. Y esa fue justo la pieza que nosotros utilizamos como hilo conductor para estructurar la narrativa del documental.

Y que de alguna manera marca el ritmo de la película. ¿Cómo trabajaste esa parte?

La música está muy presente en sus vidas, no solo como posibilidad artística sino en el día a día. Son personas que entienden la vida y el mundo a través de la música. Una vez que entendimos esto, junto con los directores de fotografía, diseñamos estilos acordes a las secuencias que íbamos a rodar. Usamos un estilo para lo cotidiano, otro para lo musical, digamos algo con más ritmo, y uno más para las secuencias en las que de alguna manera entramos en la subjetividad del abismo.

La historia de David por sí misma resulta motivacional, pero ¿cómo evitar caer en una película de autoayuda y superación personal?

Desde que empezamos el proyecto evitamos quedarnos en un mero retrato superficial. Hay muchos trabajos sobre discapacidades que se quedan en eso y hacen un retrato a partir de la lástima. Nos planteamos el reto de no caer en eso, queríamos buscar lo humano y retratar a las personas con sus matices y complejidades. Queríamos una historia con la que cualquiera pudiera conectar. En mi caso, lo que me atrapó desde el principio era que se trataba de una relación entre un padre y un hijo que través de la música tienen que ser capaces de formar equipo para cumplir los sueños compartidos.

Mientras veía la película recordé Musicofilia, un libro de Oliver Sacks. ¿Qué poder crees que tiene la música para potenciar sensibilidades y capacidades?

La música tiene la capacidad de llegarle a cualquier persona. A lo mejor otro tipo de manifestaciones artísticas requieren otro tipo de preparación o de atención, pero la música es inmediata porque tiene un impacto emocional muy poderoso. Escuchas las composiciones de David, porque ahora también es compositor, y te llegan tanto como cualquier otra pieza, independientemente de que la lleve a cabo con otros recursos o que parezca que tiene ciertas limitaciones. A final de cuentas su música tiene el mismo valor que la de cualquiera.

¿Al final que te dijeron ambos de la película?

Han visto la película varias veces y siempre me comentan que cada vez le encuentran nuevos detalles. Les ha resultado muy interesante ver su historia a través de otros ojos. Verla desde afuera les ha permitido tomar otra perspectiva, respecto a cosas que ya tenían ellos normalizadas.