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Una millonaria obra de energía amenaza al santuario Passiflora, refugio del jaguar en la Amazonía boliviana | Mongabay Naturaleza Aristegui

El proyecto energético incluye una línea de torres de alta tensión de 96 kilómetros de largo en medio de un corredor biológico que conecta el bosque amazónico con la región yunga y que atravesará parte del territorio del pueblo indígena tacana.

  • Redacción AN / MIA
09 Oct, 2025 13:27
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Una millonaria obra de energía amenaza al santuario Passiflora, refugio del jaguar en la Amazonía boliviana | Mongabay
El jaguar es una especie amenazada en Bolivia por la cacería furtiva, el tráfico de fauna y la destrucción de su hábitat. Imagen de referencia. Foto: cortesía Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza de los Países Bajos (UICN NL) para Mongabay Latam.

Por Nicole Andrea Vargas
Mongabay Latam 

Majo, Asaí y Bibosi se mueven sigilosos entre los árboles que les dan nombre. Las cámaras trampa muestran a estos tres jaguares desfilar mientras observan con cautela su hogar: el santuario y corredor biológico Passiflora. La calma se termina poco después cuando, a través de aquel registro visual, se ve a un grupo de personas caminar por el mismo sitio para marcar una nueva ruta para instalar torres de alta tensión, en pleno corazón de la Amazonía boliviana. Junto a estos felinos viven cientos de especies de flora y fauna, muchas endémicas, y el pueblo indígena tacana, cuya tranquilidad, dicen, también fue interrumpida por una obra estatal que pretende cruzar el bosque.

“Es un riesgo muy alto abrir estos caminos porque es más fácil para los cazadores ingresar para capturar al jaguar. El tráfico de fauna es a nivel internacional y eso está afectando mucho a las poblaciones de este felino en Bolivia. No es positivo realizar estas infraestructuras [eléctricas] en regiones donde está la especie”, dice la bióloga experta en jaguares Ángela Núñez al referirse a la obra “Línea de transmisión 115kV San Buenaventura – Ixiamas y subestaciones asociadas”, que comenzó en 2021.

El proyecto está a cargo de la Empresa Nacional de Electricidad Bolivia (ENDE) Transmisión, tiene una extensión de 96 kilómetros y, desde finales de 2024, intenta instalarse en Passiflora y el territorio indígena tacana.

Vista panorámica de un mirador en Passiflora. Foto: cortesía Senda Verde para Mongabay Latam.

Passiflora pertenece al Refugio de Vida Silvestre Senda Verde, ubicado en el norte de La Paz, en una zona colindante al Parque Nacional Madidi, uno de los más biodiversos del mundo. De acuerdo con datos de Senda Verde, este espacio alberga más de 1000 especies de flora, 301 especies de aves, 35 especies de mamíferos y 80 de anfibios y reptiles. Estos animales estarían en peligro ante el riesgo de mortalidad por electrocución, la pérdida del hábitat por causa de la deforestación y el aumento de posibles incendios, según dice Núñez, quien además participó en Operación Jaguar, un proyecto de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza de los Países Bajos (UICN-NL).

Esta preocupación llevó a que Senda Verde presentara una acción popular para frenar la obra en febrero de 2025, pero la Justicia boliviana decidió negarla un mes después. Por el contrario, se autorizó la ejecución del tendido eléctrico entre los municipios amazónicos de San Buenaventura e Ixiamas.

“Passiflora es un remanente vital de bosque amazónico conectado al Parque Nacional Madidi, un santuario de biodiversidad hoy amenazado por la deforestación, los incendios y por la construcción de torres de alta tensión de ENDE en plena selva”, asegura la activista y fundadora de Passiflora y Senda Verde, Vicky Ossio.

Obra millonaria y polémica

El proyecto eléctrico que impulsa ENDE contempla 96 kilómetros de largo por 31 metros de ancho, con una inversión de poco más de 124 millones de bolivianos (casi 18 millones de dólares), la segunda obra más costosa de esta entidad estatal, según detalla el Informe de rendición pública inicial 2025.

Vista panorámica del corredor biológico Passiflora, que conecta la Amazonía con la región yunga, en Bolivia. Foto: cortesía de Miguel Martínez Díaz para Mongabay Latam.

“La ejecución de este proyecto permitirá desplazar la generación local basada en unidades a diésel de aserraderos, talleres y la colonia San Marcos, posibilitando la extensión de la red de distribución para incrementar la cobertura de electricidad y atender nuevas demandas de la región, desplazando la generación con diésel”, indica el documento sobre el beneficio esperado de la obra. Esta aparece “en ejecución” desde diciembre de 2021 y tiene como plazo de entrega este 2025.

Ossio explica que para construir esta obra —que a pesar de estar aprobada por el Estado requiere la autorización de los propietarios en sitios privados como Passiflora— se necesitará ingresar maquinaria pesada por el bosque amazónico, para lo cual se deberá deforestar y adecuar el camino para su futuro mantenimiento. “La apertura de una franja de 31 metros puede alterar corredores ecológicos importantes para la fauna, tomando en cuenta que es un área sensible de bosque primario dentro un paisaje fragmentado”, detalla.

En su acción popular, Senda Verde le pidió a la Justicia boliviana que frene la obra de ENDE en favor del “derecho al medio ambiente saludable, protegido y equilibrado aplicado a otros seres vivos”, como los animales, explica el abogado ambiental Rodrigo Herrera.

Según detalla la denuncia presentada ante el Juzgado Público 1 de Ixiamas, el 27 de enero de este año el equipo técnico de Passiflora, a través de cámaras trampa, obtuvo “evidencias claras de que las actividades de construcción de la línea de transmisión eléctrica, a cargo de ENDE, habían iniciado”. Aquel suelo por el que caminaban los jaguares Asaí, Majo y Bibosi ya no era el mismo, estaba talado y desbrozado.

Personal de ENDE que ingresó sin autorización al predio de Passiflora para iniciar la marcación de la ruta por donde pasarán las torres de alta tensión. Cortesía de Senda Verde para Mongabay Latam.

Ossio asegura que dicha irrupción no fue legal. “Han entrado de noche, han cortado los árboles, han marcado donde van a ir las torres, pero sin pedir permiso a ninguno de los vecinos para entrar. Los tenemos captados en las cámaras trampa”, señala.

Marcadores para instalar las torres de alta tensión que dejó ENDE durante su ingreso a Passiflora, en enero de 2025. Foto: cortesía Senda Verde para Mongabay Latam.

La fundadora de Passiflora comenta que a finales de 2024 un equipo de la empresa estatal se acercó en tres oportunidades a Senda Verde para explicar la obra, pero la rechazaron debido a las dudas sobre el impacto ambiental que podría traer al corredor biológico y a las especies que viven allí.

El pasado 22 de marzo, en la audiencia de la acción popular, ENDE señaló que la actividad observada en el santuario aquel 27 de enero correspondía a “trabajos de socialización y recorridos preliminares de reconocimiento, medición topográfica y delimitación de puntos de referencia”, aunque sí reconoció que no contaba con la autorización de Senda Verde.

Otra observación de Ossio es que la obra no sigue la ruta que muestra el proyecto aprobado, en el que se establece que los 96 kilómetros de tendido eléctrico irán por el borde de la carretera San Buenaventura-Ixiamas. En cambio, los puntos marcados por la empresa se desvían 600 metros dentro de la selva. “Exigimos que ENDE respete el trazado original que la misma empresa diseñó y comunicó oficialmente, que construya las torres y el tendido eléctrico junto al camino”, reclama.

Mapa de la ruta original, según consta en el proyecto presentado por ENDE para obtener la licencia ambiental. Foto: cortesía ENDE para Mongabay Latam.

Ruta real de la obra, con una desviación de 600 metros dentro del bosque, según informa Senda Verde. Foto: cortesía Senda Verde para Mongabay Latam.

Mongabay Latam envió una solicitud de información formal a ENDE Transmisión para conocer su postura respecto a la demanda de Senda Verde, pero no obtuvo respuesta hasta el cierre de esta edición.

El jaguar acorralado

El santuario Passiflora fue creado en 2024 como parte del refugio de animales silvestres Senda Verde, que nació en 2003 en el norte de La Paz. Sus 200 hectáreas constituyen un corredor biológico que sirve de transición entre la selva amazónica y la región yunga al borde del Parque Nacional Madidi.

Según los registros de la organización, entre las 35 especies de mamíferos presentes en el santuario, el 29 % tiene algún nivel de amenaza por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), como el puma, el venado guaso, el oso bandera, el mono tití del Madidi (especie endémica) y el jaguar.

La vulnerabilidad en la que se encuentra este último felino motivó a que el Tribunal Agroambiental de Bolivia emitiera en abril de 2025 un fallo inédito para que diferentes entidades del Estado lo protejan del tráfico y garanticen el cuidado de su hábitat. La sentencia tiene 12 disposiciones y entre ellas se exige mayor control en aeropuertos, fronteras y terminales de buses con el objetivo de frenar el tráfico de fauna silvestre.

Además, se establecieron medidas de protección para defensores ambientales y se ordenó una pausa a las quemas controladas para la agricultura, práctica conocida como chaqueo. Sin embargo, esta medida fue suspendida en julio por el Gobierno boliviano a través de un decreto supremo, precisamente para permitir de nuevo los “chaqueos controlados”.

Vista de uno de los jaguares que habita en el santuario Passiflora. Cortesía de Senda Verde para Mongabay Latam.

El jaguar es una especie amenazada en Bolivia. Foto: cortesía Serfor para Mongabay Latam.

Las 22 cámaras trampa que existen en Passiflora han registrado a ocho jaguares que recorren sus senderos, tres de los cuales son machos, a los que bautizaron como Asaí, Bibosi y Majo. “Estos felinos confirman que Passiflora es un corredor esencial para la especie, donde también habitan hembras y cachorros. Según diversos estudios, por cada macho, puede haber hasta el doble de hembras, dependiendo de la calidad del hábitat”, asegura Ossio.

La bióloga Ángela Núñez detalla a Mongabay Latam que la obra de ENDE generará una serie de problemas en cadena que podrían aumentar el riesgo para este felino. Por ejemplo, la deforestación que se producirá dará lugar al ingreso de cazadores que van detrás del animal, explica. En el caso del tendido eléctrico, afirma que cientos de aves podrían morir electrocutadas y son parte de la dieta del jaguar, al igual que otros mamíferos que también serán afectados.

Núñez sostiene que este proyecto va en contra de la medida que asumió el Tribunal Agroambiental. “En la resolución se dijo que se debería poner mayor énfasis en la conservación de los corredores identificados para la especie y hay un corredor que sí se está afectando con esta línea. También se va afectar por la deforestación y la apertura de caminos porque van a tener que abrir varios para hacer mantenimiento”, asegura.

Los bosques del santuario Passiflora y los alrededores son el hogar del jaguar, especie en riesgo. Foto: cortesía Senda Verde para Mongabay Latam.

Ossio y Núñez coinciden en que la obra de ENDE podría destruir y fragmentar el hábitat del jaguar en esta zona. La bióloga explica que este felino necesita alrededor de 100 kilómetros cuadrados para vivir, por lo que, si se traza una línea en medio, se divide su territorio y eso afecta su desarrollo.

Los guardianes del jaguar y el Madidi

Las fuentes consultadas para este reportaje aseguran que la obra no sólo afectará al santuario Passiflora sino que pasará por más de 20 kilómetros del Territorio Comunitario de Origen (TCO) Tacana. Esto llevó a que los pobladores indígenas reclamen una consulta previa por parte de la empresa estatal. “El pueblo tacana nunca se ha opuesto al Estado boliviano, solo busca que se resguarde la seguridad jurídica de nuestro territorio, que alberga miles de especies de fauna silvestre”, indica Jorge Canamari, presidente del Consejo Indígena del Pueblo Tacana (CIPTA).

El líder indígena sostiene que el personal de ENDE se acercó a ellos para explicarles sobre la obra, oportunidad que los pobladores indígenas aprovecharon para pedir que se realice una consulta previa, libre e informada, como establece la Constitución Política del Estado. Sin embargo, asegura que esto al final no sucedió. “Hemos mandado notas en reiteradas ocasiones al gerente encargado del proyecto, pero no hemos tenido respuesta alguna. Vinieron directamente a querer iniciar la obra”, relata Canamari.

Para el pueblo tacana, su cosmovisión ancestral enfocada en el cuidado de la flora y fauna es un aporte al mundo que se ha visto amenazado por graves incendios que han consumido cientos de hectáreas en la Amazonía. “Nos da temor que la deforestación de este proyecto pueda impactar directamente en las comunidades indígenas y en las especies que viven aquí”, asegura Canamari.

Jóvenes indígenas del norte de La Paz reciben capacitación para sofocar incendios. Foto: cortesía Senda Verde para Mongabay Latam.

Los incendios también obligan a los jaguares a moverse a otras zonas, como terrenos de ganadería, donde son cazados por comerse a las vacas, explica Núñez. “Se ha podido advertir que, si bien el jaguar de alguna forma logra escapar de los incendios, como todo queda desolado, ya no tiene presas, no hay agua, no hay vegetación” dice la bióloga, y añade que el felino tiene que buscar comida en otros territorios donde se puede encontrar con más jaguares machos, “y al ser una especie totalmente territorial, gana el más fuerte”.

A Ossio también le preocupa que la vegetación cortada para abrir caminos para el proyecto eléctrico se convierte en “material combustible” para el fuego. Además, resalta que los trabajos “van a interrumpir el curso natural de los riachuelos y, por tanto, el abastecimiento de agua en la zona. Todo eso desencadena en una afectación severa a la flora y fauna”, afirma.

Apuesta por la resistencia

Ossio y Núñez cuestionan que la obra haya sido categorizada en el nivel 3 de impacto ambiental por la Secretaría Departamental de Derechos de la Madre Tierra de la Gobernación de La Paz. Esta categoría se otorga a obras cuyos efectos no son significativos y requieren solo la presentación de un Programa de Prevención y Mitigación y un Plan de Aplicación y Seguimiento Ambiental (PPM-PASA). Esto significa que la licencia ambiental obtenida por ENDE no deberá mostrar un Estudio de Evaluación de Impacto Ambiental (EEIA), como sí ocurre con los proyectos de categoría 1 y 2.

La decisión de la Secretaría se basa en el Decreto Supremo 3856 que establece que “las instalaciones de transmisión de alta tensión que no se encuentren al interior de áreas protegidas corresponden a la categoría 3”.

Sobre la falta de consulta previa, tanto para los administradores del santuario Passiflora como para el pueblo tacana, ENDE también se amparó en la categoría 3 que recibió. En la audiencia judicial señaló que las consultas son “aplicables únicamente” a los proyectos de los niveles 1 y 2, por lo que queda exento de la medida.

“La consulta previa es una garantía constitucional que pretende asegurar el cumplimiento de los derechos de la población que puede ser afectada por la construcción de alguna obra. Esta consulta no solamente está reconocida en la Constitución, sino que es una obligación estatal devenida de varios convenios internacionales incluyendo el Acuerdo de Escazú”, detalla el abogado Rodrigo Herrera.

Mongabay Latam buscó a la Secretaría Departamental de Derechos de la Madre Tierra de la Gobernación de La Paz para preguntarles si un corredor biológico de alta importancia, a pesar de no ser un área protegida, debía tener otra categoría o aplicar a alguna excepción, pero hasta el momento de publicación de este reportaje no se obtuvo respuesta.

La Justicia boliviana le dio validez a los argumentos de ENDE y le dio vía libre a la continuidad del proyecto eléctrico. “Es una muestra clara de la intromisión que hace el Gobierno y los gobernantes en Bolivia, denegando la consulta previa como un protocolo. Antes de que el Estado haga una inversión, debería consultar con los pueblos indígenas dónde van a ser implementados estos proyectos”, reclama Canamari.

La región en la que se encuentra Passiflora alberga más de 300 especies de aves. Foto: cortesía Senda Verde para Mongabay Latam.

Por su parte, Herrera explica que el proceso se encuentra en revisión en el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), a donde pasa de forma automática. Pese a que la norma establece un plazo de 20 días para que el TCP otorgue una respuesta, ya pasaron más de tres meses y no se ha pronunciado. Mientras tanto, la obra puede seguir ejecutándose. “No estamos pidiendo la suspensión del proyecto, simplemente que los postes [de alta tensión] no pasen por Passiflora y que vayan por la carretera que ya existe”, dice Herrera.

Luego del fallo judicial de primera instancia, Ossio emprendió una campaña por redes sociales para denunciar la obra. También pidió que el Tribunal Agroambiental se pronuncie para que el tendido eléctrico no pase por el corredor biológico y así proteger el hábitat del jaguar. “Passiflora es más que un bosque, es la casa del jaguar y es un pulmón de vida. Cuando protegemos al jaguar, protegemos toda la vida que depende de él”, afirma.

Canamari señala que se debe “respetar la ancestralidad del territorio de los pueblos indígenas y los medios de vida que existen en las comunidades”. Actualmente, los comunarios del CIPTA se organizaron para supervisar el avance de la deforestación en su TCO y evitan que la obra de ENDE avance. Pese a que el proyecto eléctrico en este momento es legal y está autorizado, continúan exigiendo una consulta previa.

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Consulta aquí la publicación original de Mongabay Latam: